Acercándose

388 59 21
                                    

Los latidos de su corazón aceleraron su ritmo hasta un punto en que resultaba doloroso, mientras la mano contraria acariciaba su brazo con delicadeza, ascendiendo hasta llegar a su cuello, donde terminó posándose en su mejilla dónde podría limpiar las lágrimas que caían libremente por ella.

—Por favor... aléjate— susurró con voz temblorosa.

El alfa negó lentamente con su cabeza antes de dejar un beso en su frente y luego en sus labios. La frustración se vio reflejada en su rostro cuando no fue correspondido.

—¿Vas a seguir con eso?— preguntó quitando su mano de la mejilla del chico frente a él.

Y ese era el momento. De pronto una cúpula de roca rodeó al más joven.

—¡Sal de ahí!— gruñó el rubio golpeando con sus puños el duro material.

Takemichi debía pensar en un buen plan para escapar, ya que sabía de la fuerza de Manjiro, por lo que su barrera no duraría demasiado tiempo. Si tan sólo pudiera controlar su poder al nivel de Seishu o los hermanos Haitani, de esa forma podría crear un túnel subterráneo para escapar o hacer de su cúpula una fortaleza impenetrable al volverla de metal.

El ojiazul se lamentó profundamente haberse acercado tanto al límite de su territorio. Pero, había algo en su interior que le decía ir a ese sitio.

Tuvo que volver a cerrar el agujero que Manjiro había logrado abrir en uno de los muros de su fortaleza. Unos años atrás, mantenerse en ese ritmo de usar su poder no habría sido un gran desafío para el omega, sin embargo, después de haber dado a luz a su hijo menor Mamoru lo había debilitado sin explicación alguna, a tal punto de que levantar los cimientos de una casa pequeña podía dejarlo en cama por un par de días, completamente agotado.

—¡Por lo menos dime porqué estás tan enojado conmigo!— gruñó Manjiro rompiendo el muro de una sola patada.

Takemichi jadeó mientras intentaba protegerse bajo otra cúpula, pero ya estaba muy agotado. Y Mikey lo notó.

—Deja de batallar— comentó suavizando su voz, atrapándolo justo antes de que cayera al suelo— ¿Qué está mal contigo?

El pelinegro intentó zafarse del abrazo de Manjiro con las últimas fuerzas que le quedaban, pero nada podía hacer encontrándose tan debilitado.

—No quiero que me toques— murmuro con su voz quebrándose—. Tu nuevo compañero se enfadará, y no quiero problemas... No podré defenderme estando así.

Mikey mantuvo una expresión seria por algunos segundos antes de comenzar a reír fuertemente.

—¿Quién diablos te dijo que yo tenía un nuevo compañero?— preguntó abrazándolo nuevamente—. Siempre has sido tú, y siempre lo serás.

—¿Qué hay de tu nuevo cachorro?—.

—¿El mocoso de Hideki te dijo eso?— preguntó después de dejar escapar un suspiro cansino—. Todo el mundo dió por sentado que el cachorro de Haruchiyo es mío debido a nuestra cercanía... Pero el verdadero padre de esa criatura es Muto.

Takemichi apartó a Manjiro para observarlo directo a los ojos. A pesar de que el rubio poseía unos inexpresivos ojos negros, cuando se trataba de mentiras, eran un libro abierto. Y justamente eso no podía ver en ellos. Existían dos posibilidades; la primera era que el alfa estaba diciendo la verdad, o la segunda, era que se había transformado en un excelente mentiroso.

—Nuestro lazo se rompió debido a nuestra separación y al tiempo, pero créeme que mi amor por ti jamás se terminó— comentó sentándose lentamente en el suelo, obligando indirectamente al menor a hacerlo, quedando ambos de rodillas, uno frente al otro—. Dejemos esta tontería de evitarnos, cuando ambos sabemos lo mucho que nos necesitamos.

PersistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora