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Aún estaba cansada, ese mocoso, no puedo creer que me haya lanzado una bola gigante de nieve, pero logré mi cometido, logré escapar ahora mismo estaba caminando por el bosque, tenía un lugar al cual llegar y personas a quienes ver, seguía caminando por unos minutos, que raro pasaron unos minutos y el pequeño no se dió cuenta de mi ausencia o es que acaso no le importo lo suficiente como para ir a buscarme, bueno es un dios después de todo, puede encontrar a otra mamadalia.
Seguía caminando por un tiempo hasta que llegue a mi destino, mi casa, hogar dulce hogar.
Temía que mi casa estubiera vacía, no me sorprendería que los pueblerinos ya hayan entrado a saquear los prototipos de Alador con la esperanza de que los ayudará contra los espías del coleccionista.Llegué a la puerta principal, tal y como la dejé, destruída al igual que el techo, aunque ahora que lo pienso, sería lindo tener un tragaluz en la mansión, bueno será mejor que vaya a buscar lo que en verdad necesito, subí las escaleras hasta mi habitación, caminaba por los pasillos y veía como los muebles costosos estaban tirados o destruidos y las paredes estaban pintadas, todo estaba destruido, después de que logré mi plan todos eso idiotas que arruinaron este santuario serán castigados por mi.
Me detuve frente a la puerta de mi habitación, intenté abrirla pero estaba cerrada por dentro y no recuerdo haberla cerrado, ¿habrá alguien adentro escondido? No lo sé, será mejor que entre de una o otra manera.
Me aleje un poco de la puerta, espero tener la fuerza suficiente para lograr lo que tenía planeado, solte un suspiro y como si fuese aún joven le di una patada a la puerta, se me atoro la pierna.
Creo que la fuerza que use no fue lo suficiente, debo de recordar cambiar las puertas por otras más resistentes, mi pierna estaba atorada pues había hecho un hueco con mi patada, debo de reconsiderar que ya no soy tan joven como antes.
-Ahg, estúpida puerta -trate de sacar mi pierna, pero cuando por fin saque mi pierna caí al piso, esto es humillante.
Me levanté del piso y mire por el hueco que había hecho, todo parecía normal, si normal fuese que todo esté destruido y desordenado, pero aparte de eso no veía a nadie, introduje mi brazo para poder quitarle el seguro y abrirla.
Bien hecho Odalia, lo lograste, entonces entre a mi habitación, camine hacia mi mesa de noche, abrí el primer cajón.
-Espera, ¿dónde está?- busque mi collar pero no estaba, hasta saque el cajón e hice caer las cosas que había dentro, vamos, el collar debería de estar ahí.
-¿Buscas ésto? -esa voz, me di la vuelta, era Emira, mi hija y veía que en una de sus manos estaba mi collar.
-Emira, hija, me alegra verte bien -me acerque para recibir un abrazo de su parte, soy su madre después de todo, pero en vez de recibir un cálido abrazo solo recibe una mirada de odió.
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Las aventuras del Coleccionista y Mamadalia
Fiksi PenggemarQuien diría que una mujer como Odalia Blight podría cambiar de una manera tan drástica, antes una mujer egoísta y malvada, ahora una mujer amable, cariñosa y atenta, claro que todo ese cambio se debe gracias a un pequeño, ese pequeño quien le dió el...