La calma que precede a la tempestad

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"Algún día, no muy lejano, tu primo se sentará ahí. Y tú, como esposa de su hermano, te sentarás junto a los hombres más influyentes del mundo" le dijo la septa Mornade a Sansa, mientras se acercaban al Trono de Hierro. "Y algún día, no muy lejano, presentarás ante la corte a tu hijo, un nuevo miembro para la línea de sucesión" terminó, mientras se paraban a los pies de los escalones del trono.

"¿Y si tengo una niña?" preguntó en un tono plano Sansa. "¡Ja!" se rio la septa "Loados sean los Dioses, tendrás niños y niñas, y a montones" se burló la septa.

"La madre de Jeyne Poole tuvo cinco hijas" le dijo Sansa a la anciana. "Una casualidad, no te pasará" refutó la septa. "¿Pero, y si pasa?" volvió a preguntar la niña.

"Entonces el reino entero celebrará el nacimiento de las princesas más hermosas de la historia" sonó una voz profunda y simpática desde detrás.

"Orus" saludó secamente Sansa a su primo, todavía enfadada con su hermana y con él por lo ocurrido en el camino real.

"Querida prima, tu belleza ilumina esta habitación tan sombría" la alagó. "Nuestro abuelo y nuestro tío fueron asesinados aquí, ¿verdad?" interrumpió Sansa con tono frío y apático, mirando directamente al príncipe.

Orus frunció el ceño, no sabía por qué Sansa se mostraba tan hostil hacia él, durante su tiempo en Invernalia dieron largos paseos, Orus deleitó a su prima con las historias románticas de las leyendas que había aprendido durante sus viajes.

Luego, mientras descendían hacia el sur, la consoló cuando pensaba en el accidente de Bran, le regaló flores distintas de cada región nueva cada vez que montaban el campamento, e incluso salvó a Dama de convertirse en el nuevo accesorio preferido de la reina, aunque al parecer ella no lo veía así.

"Si" alargó Orus la sílaba "Aquí fue donde nuestro abuelo ardió y nuestro tío se ahorcó tratando de salvarlo, todo mientras Aerys el loco reía" relató sombríamente. Todavía recordaba cuando su padre les contó a él y a su hermana la historia de la Rebelión; cuando descubrió qué les ocurrió a sus parientes en la sala del trono, tardó una semana en atreverse a entrar, con miedo de que le pudiera pasar lo mismo.

"Ahora, si me disculpáis, me temo que hay una reunión del consejo privado a la que debo asistir" el ambiente de la habitación se había vuelto sombrío y Orus tenía un largo día por delante.

"Es el Torneo de la Mano lo que causa estos problemas, señores" declaró Janos Slynt, comandante de la guardia de la ciudad.

Se había convocado una reunión de emergencia del consejo privado a raíz de los numerosos disturbios que se habían producido debido a la afluencia de gente en la capital.

"El torneo del rey, queréis decir, os aseguro que la Mano no tiene ningún interés en él" declaró Ned, sudando tanto que parecía estar enfermo. El torneo era un caro capricho de su amigo, solo le estaba trayendo problemas y el calor del sur no le estaba sentando nada bien.

"Llamadlo como queráis, Lord Stark. La ciudad está llena de gente, y se llena más cada día. Anoche hubo disturbios en una taberna, fuego en un burdel, tres apuñalamientos, una carrera de borrachos a caballo y la cabeza de una mujer apareció esta mañana en una fuente" relató su informe el Lord comandante.

"Lamentable" suspiró el eunuco Varys. "Si no podéis mantener la paz del rey, tal vez debamos buscar a alguien que sí pueda" intervino Renly, y por una vez, Orus estuvo de acuerdo con su tío. Janos Slynt era un inútil corrupto, pero cada vez que parecía encontrar un sustituto mejor cualificado, este desaparecía, con rumores sobre como se había escapado con la hija de algún noble a la que había embarazado, o sin siquiera eso, simplemente se esfumaba. Por suerte Argella le había informado que la investigación estaba dando buenos resultados, pero hasta que concluyera, estaba atrapado con aquél viejo sin valor.

Hijos del ciervo y la lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora