XII

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❝HORRENDA CITA❞

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HORRENDA CITA

                 LAS LLAVES SE resbalaron de entre medio de las manos de Astarte, ella se iba a agachar para agarrarlas pero alguien que se acercaba a paso apresurado pisó un charco y le salpicó la mano

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                 LAS LLAVES SE resbalaron de entre medio de las manos de Astarte, ella se iba a agachar para agarrarlas pero alguien que se acercaba a paso apresurado pisó un charco y le salpicó la mano. Ella se mordió la lengua, queriendo no enojarse. Esa persona se agachó a recojer las llaves y se las tendió. Cuando Astarte se reincoporó, notó al profesor de música. Phil. Sonrió a labios sellados, sacó un pañuelo de su bolsillo y se secó las manos.

—Hola, Astarte —saludó sonriente, ella tomó sus llaves y las limpió bajó la incomoda mirada de él —me preguntaba... Claro, hoy quería hablar contigo pero ese niño Cullen interrumpió —ante el tono despectivo, lo miró con cejas alzadas. Él tragó saliva —bueno, quería invitarte a cenar... Sé que llegaste hace poco, pero tal vez querrías...

Astarte lo pensó. Era apuesto, no lo podía negar, pero él no era quien rondaba en sus pensamientos cada minuto, sin embargo, sería más adecuado salir con él que con Edward. Así que, eligiendo hacer las cosas bien, sonrió.

—claro, mañana ¿Te parece? —concordó, poniendo las llaves en el coche. Phil sonrió enormemente, poniendo sus manos ansiosas dentro de sus bolsillos.

—Si, por supuesto, te paso a buscar por tu casa ¿Quieres? —ofreció rápidamente, Astarte afirmó con su cabeza, abriendo la puerta del auto y metiéndose dentro.

—ajá, hasta luego, Phil.

—Adiós...

Astarte se fue en su auto, saliendo del aparcamiento, pensando en que ya se arrepentía de haber aceptado, pero debía hacerlo. Phil era apuesto, inteligente ¡Y carismático! Lo que hubiera deseado toda su vida, con lo que soñaba casarse y formar una familia. Un sueño común, mas a ella le causaba ilusión.

Y armandose de orgullo y determinación, llegó a su casa.

—¡Princesa! —llamó, abriendo la puerta, con solo escuchar el ruido la perrita ya estaba del otro lado, rasqueteando y ladrando ansiosa.

En cuanto entró, tomó en brazos a su cachorra que llenó su rostro de besos y suspiró sonriendo, luego hizo una mueca. ¿Cómo haría para no morirse de nervios hasta el día de la cita?
























































𝐓𝐄𝐀𝐂𝐇𝐄𝐑'𝐒 𝐏𝐄𝐓; Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora