Capítulo 9. All I want.

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You took your last chance once again
I landed, stranded
Hardly even knew your name

I wanna talk tonight
Until the morning light
'Bout how you saved my life

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De todos los misterios que tiene el universo, de todos esos secretos que tiene solo para sí mismo, la forma en que funciona el destino es -quizá- el mejor guardado; La cantidad de posibilidades y caminos que una sola decisión puede abrir es escalofriante y fascinante, y aquello había sido algo que siempre había intrigado a Ana. Ella siempre se había imaginado al destino como un laberinto lleno de múltiples puertas e intrincados pasillos, mismos que se iban multiplicando conforme elegías uno, y aquello siempre la había hecho sentir dueña de su destino, de su vida; Pero desde que había llegado al Red Room -a consecuencia de los actos de alguien más- se dio cuenta que en realidad no tenía control de nada, y que todo era más bien tan efímero y extraño como alguna vez se lo había explicado su padre.

Él le había dicho -una tarde cálida mientras estaban sentados en el jardín de su casa mirando fotografías- que siempre se había sentido sorprendido por la forma en la que había terminado allí...casado con el amor de su vida -una mujer que no tenía relación alguna con su infancia o su vida, ni siquiera habían nacido en el mismo país- , viviendo en una ciudad como Los Angeles, completamente alejado de lo que alguna vez creyó soñar, y rodeado por el amor de los hijos que jamás pensó tener...William le compartió entonces, ese extraño pensamiento que después se convirtió en su regla de vida... "¿Te has puesto a pensar qué decisión es la que comenzó toda esta cadena? ¿Cuál de todas las cosas que yo decidí antes de venir aquí habrá sido el catalizador de mi destino?"

Después de que su vida cambiara y se viera atrapada en esta encrucijada -que ella jamás habría presagiado- pasó horas pensando en aquellas palabras que su padre le había dicho, entendiendo por fin lo que él había intentado decirle ese día, comprendiendo que el destino no es siempre un camino fijo, que a veces aquellas puertas que se posan frente a nosotros no son las que habríamos elegido y que, en algunas ocasiones, hay desvíos en el camino que no percibimos hasta que es tarde...

Y esta noche, mientras sus ojos negros miraban fijo al hombre que se erguía frente a ella, Ana comprendió que el destino le había abierto una puerta, una que ella ni siquiera había notado a su alrededor, una que la llevaría por caminos sinuosos...pero de aquello, Ana aún no tenía ni idea.

-No...no...tú no puedes saber eso...tú...- balbuceaba nerviosa.

-Oye...calma...lo escuché sin querer- comenzó Casablancas mientras se levantaba para intentar tranquilizarla.

Ana lo miró fijo, esperando su explicación, sintiendo como su alma intentaba escapar de su cuerpo.

-Esta tarde...te he visto en la playa- dijo sereno, acercándose sigilosamente a ella -estabas allí con alguien más, me senté junto a ustedes sin querer-

Sus manos ásperas intentaron tomar las de ella, pero -esquivas- lo evitaron, dando un paso hacia atrás, temerosa de lo que sea que él podría intentar, Casablancas lo entendió y se detuvo, pero sus ojos claros aún se mantenían fijos en ella.

-Entre todo, alcancé a escuchar tu nombre...no sabía que eras tú hasta que comenzaste a reír- dijo sonriente -Reconocería ese sonido hasta en el infierno-

-No...tú...esto está mal, todo esto está mal- los ojos negros de Ana Hale se llenaron de lágrimas desesperadas y su cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente.

Julian la tomó por los hombros, acariciando su cabello y apretándola contra su pecho, intentando calmarla mientras su cuerpo aún temblaba incesante. Ana se sostenía solo contra el cuerpo de Julian, tratando de contener las lágrimas, buscando el sentido de aquello que vivía.

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