Un águila herida por cazadores de aves volaba entre las nubes de un sueño frustrado. Tristemente resignada a un camino sin rumbo, temiendo que otro cazador le terminara matando se esconde entre esas nubes tan suaves, tan perfectas, pero sintiéndose así presa en una jaula de oro sin poder aterrizar, sin poder salir más allá del camino conocido dónde sabía no le iban a matar.
Pero un día vio a lo lejos algo que pensó que era una nube más pero ésta se veía mas blanca, más suave, más grande y decidió acercarse. Vaya sorpresa para el águila hermosa cuando quiso posarse en la nube perfecta éstá comezo a moverse, a estriarse y en un momento estaban las dos frente a frente.—¡No puede ser! —Expreso el águila. —No eres una simple nube acogedora, eres un Dragón blanco y hermoso.
Era el dragón más bello, su pelaje suave y cálido hizo que lo confundiera con una nube pero no estaba lejos de serlo, era liviano, no tenía alas y aún así nadaba por el viento, parecía una pluma movida por la brisa.—Hola hermosa águila —Dijo el dragón blanco. —es un gusto encontrar a alguien en este pequeño cielo de las coincidencias.
Solo basto mirarse fijamente a los ojos para darse cuenta que algo más que el viento los unía. De pronto cayó un rayo del cielo justo entre los dos y de este salió un hilo rojo de la parte sus corazones uniendolos para siempre.
El dragón blanco y el águila eran tan iguales, más allá de que el dragón era enorme y el águila minúscula e inquieta, más allá de eso eran perfectos.
El águila no creía que fuera real, cada mañana al despertar miraba al gran dragón y pensaba que todo era un sueño, pensaba que era un cazador más disfrazado para luego destrozarle sus alas y así ella no podría esconderse nunca más convirtiéndose así en la presa perfecta fácil de atrapar. Pero cuando el dragón se acercaba y la miraba a los ojos ella simplemente veía el amor reescrbiendose en sus miradas.
Pero un día el dragón enfermó, estaba distante, se encerró en una burbuja para no herir al águila con su fuego descontrolado.
El águila esto no lo vió, simplemente pensó que su dragón la abandonaba, simplemente vió un cazador más lastimando sus alas. Ella se acercó reboloteando a su al rededor y picó un ojo al dragón.—Lo siento dragón, no permitiré que un cazador me arranque el viento de mis alas.
El dragón con el ojo ensagrentado sin poder ver con claridad lanzo su fuego y para no herir al águila, apartó su cabeza quemándose así su propio pelaje blanco, haciéndose en este una mancha negra.
El águila entonces, se dió cuenta que el dragón simplemente quería protegerla de su fuego descontrolado y ella no lo quiso ver pensando que era un cazador disfrazado.
Ese día el dragón se alejo y el águila se quedó llorando en su jaula de oro sin intentar salir, sin siquiera poder volver a volar. Pero entre sus lágrimas que le opacaba la vista de pronto mira su pecho destrozado y ve que aún estaba ese hilo rojo atado a su corazón y en éste se veía algo escrito con una letra muy pequeña pero que gracias a su vista pudo leer <<Querida águila, nunca te dejaré de amar>>
El águila empuñó ese hilo rojo entre sus plumas y prometió buscar al dragón y curarle su herida negra.
Hoy si vez al cielo, se puede ver un ave revoloteando entre las nubes siguiendo una línea roja que aparece entre ellas y que usa para encontrar su dragón blanco.Melissa Vidal.c
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Cuentos Bajo La Manga (TERMINADO)
RandomDistintas historias, distintos personajes, distintos principios y variados finales. Estas son historias cortas después del Secreto del Alma