Ep.1 "El asesino seductor" (Parte final)

55 2 2
                                    


En la mañana, fuera y detrás del hotel Victoria, una manito regordeta se asoma por la puerta de servicio. Alguien da un salto ninja y aterriza detrás de un arbusto, para luego asomar su cabeza; era Patalliro, quien estaba bien vestido con un abrigo ocre y gorro aterciopelado.

        PATALLIRO. ― (Mira a ambos lados) (Susurrando) ¡Jada, Jada!

Jada sale lentamente detrás de un árbol y se acerca a Patalliro.

        JADA. ― (Susurrando) ¿Nadie lo vio?

        PATALLIRO. ― (Susurrando) ¡Qué va!, todo el personal del hotel está dormido, pero no tanto como "el mayor". (Riéndose) Je,je, lo cansé tanto que no durmió lo suficiente.

        JADA. ― Bueno, hay que darnos prisa. (Revisa su reloj de mano) Vamos, alteza.

Los dos se van corriendo, alejándose del hotel. Sin saber ellos, desde el balcón de la habitación imperial, Bancoran los observaba con aires de superioridad.

        BANCORAN. ― (Mirando a lo lejos) ¿Quién subestima a una agencia como el MI6?, habrán visto esas películas de espías... Novatos.

Bancoran entra al cuarto de Jada por la agenda de Patalliro; tras hojearla, ya sabía a donde se dirigían. Prepara su revólver, lo oculta debajo de su saco de gamuza, estira sus guantes y sale de la habitación.


En el Museo de Arte de Londres, había muchas personas vestidas de forma elegante. Las mujeres olían a Madame Rochas, entre otras fragancias de moda, y los hombres fumaban sus habanos, mientras hablaban sobre el arte o las pinturas en exposición.

Bancoran llega caminando a la exposición y buscaba con la mirada, pero ni rastro del par.

        BANCORAN. — (Fumando) (Pensando: Estoy seguro de que están por acá, ¿qué planea ese niño?, ayer no llegué a escuchar todo)

Bancoran ve una pintura que le llama la atención; los que la veían exclamaban sobre lo "vulgar" que era. Pero, da la curiosidad, algo que hacía reír a Ban; era notar gran parte de los hombres, que daban ese comentario, estaban teniendo una reacción física en su entrepierna.

        BANCORAN. — (Apaga su cigarro) (Sonríe de lado) (Pensando: Hipócritas, siempre son así esos sujetos) (Se acerca al cuadro con curiosidad)

Bancoran empieza a mirar con ternura el cuadro, sin importar los límites de seguridad, tocó con su dedo la figura. Era el retrato de un joven desnudo; cuya silueta era muy afeminada, de piel fina y tersa, de tono blanco como la espuma, labios rosados degradándose a rojos, su cabello era un nido de rizos cobrizos, resplandecientes ante la luz del paisaje donde dormía. Esos azules ojos de Ban se asombraban paulatinamente, el joven respiraba delante de él provocando que su cuerpo se estremezca. El espacio se baña de las azucenas del paisaje y el joven atraviesa el marco, acercándose a quién lo contemplaba. Hipnotizado por la mirada del muchacho, Bancoran iba a quitarse uno de sus guantes para acariciar su rostro, sus cabellos, sus...

        SEGURIDAD. ― (Tocando la espalda de Bancoran) Disculpe, señor.

Bancoran reacciona y acomoda su guante para voltearse hacia el guardia de seguridad, ni una flor flotaba en el lugar.

        SEGURIDAD. ― (Firmemente) Está prohibido tocar los cuadros.

        BANCORAN. ― (Mirando al de seguridad) Me disculpo, me pareció ver polvo, lo tienen descuidado y algo sucio.

Yo, PatalliroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora