Capítulo 7

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Tomé aire profundamente, y lo retuve en la garganta, para no sollozar. Sara se había levantado al instante en que mi cuerpo se debilito. Por suerte, no caí al piso ni me desmayé, pero no era conciente de mi alrededor.
Yo había matado a mi hermano, quien intentó abusar de mi ó abusaba de mí. Aquello solo quería decir una cosa. Yo no era virgen, había sido violada y además, era una asesina.

— Becky—escuche la voz distante de Irin desde mi lado derecho. A través de las lágrimas, la miré, incapaz de decir alguna cosa, el sollozo que antes tenía retenido, se escapó de mi garganta.
—Soy una asesina, soy una asesina —susurre desesperadamente. Volviendo a la realidad.—Yo maté a mi hermano, lo maté.
—No, Becky, no lo eres, tú solo defendiste a tu padre, eras pequeña. Tranquilízate —sus delgados brazos me envolvieron en un apretado abrazo que me reconforto. Pero solo un poco.
En ese momento, el único contacto que quería. Era la de Freen.
El Doctor Ben y Irin me dejaron desahogar. Estuvimos media hora más allí, Ben, canceló la cita siguiente por mí y yo lo agradecí, necesitaba mucha más explicación sobre lo que sucedió.
—No eres una asesina, Becky—comenzó él. Sequé mis mejillas con la palma de mi mano y suspiré.— Eso fue defensa personal. En este caso, defensa hacia tu padre.
—¿Qué sucedió con mi padre? ¿Él fue a la cárcel? ¿Por qué nos dejó? —pregunte. Como una niña pequeña que quería saber más del mundo. Pero ahora, quería saber la razón de porqué yo había crecido sin el apoyo paterno que todos necesitamos.
Él suspiró. —Los cargos de asesinato fueron directamente hacia él...
—¿Está en la cárcel? —interrumpí abruptamente. Él negó con la cabeza.
—El cuchillo no tenía sus huellas, solo las tuyas, además, tu padre tenía a favor la condición de tu hermano, pero solo un poco. Ellos juzgaron la razón de no haberlo internado, pero ustedes tenían puntos a favor. El caso cerro un mes después no teniendo ningún culpable.
—Pero yo lo mate.
—Eras solo una niña. Además, tu madre confesó de los abusos. Tu hermano a pesar de su condición, habría tenido una pena grande, no en la cárcel, pero si en un Hospital Psiquiátrico.
—¿Él llego a violarme? —pregunte con la voz quebrada, con miedo de que aquella respuesta fuera sí. Pero él negó con la cabeza una vez más.
—Solo sacó tu pantalón y camiseta. Tu padre llegó en el momento preciso. Él solo te tocaba. He ahí el tema de tu fobia. Lo tratamos por un largo tiempo. Pensamos que todo había acabado, pero cuando tu padre te abrazo al terminar el tratamiento, te apartaste de él.
—¿Por qué? —pregunte en un susurro.
—Tu mente confundió las cosas desde esa noche. Mezclo el gran parecido de tu hermano con tu padre, cuando él quiso abrazarte, te apartaste de él como si pudiera hacerte daño. Él no lo soporto y pensó que lo mejor para ti seria que él se alejara un tiempo, hasta que las cosas se calmaran.
—¿Me dejo?
—Él pensaba volver, pero las cosas duraron mucho más tiempo de lo estimado, tú aún tenías miedo al tacto de los hombres y fue una cosa difícil de afrontar para todos... él jamás volvió.
—¿Qué hay de mi falta de memoria? —pregunte, cambiando de tema, no quería saber más sobre que mi padre había huido y jamás había vuelto, siquiera para saludarme, además, eso era otra cosa que más me gustaría saber. Él psicólogo suspiro, sentándose mejor en el sillón, cruzando sus manos en su regazo.
—¿Conoces las llamadas terapias de hipnosis? —asentí.— Bueno, la hipnosis sirve para recordar cosas que pasaron en el pasado y que se han borrado completamente de nuestra cabeza. Aunque también, tienen el efecto contrario. Eso sucedió contigo, tu madre quería que dejaras de sufrir y atormentarte, así que pensamos que eso sería lo mejor, al menos hasta que llegara el momento de que supieras la verdad.

Exactamente veinticinco minutos después, estábamos en el auto de Irin conduciendo hacia mi departamento. Había querido guardar silencio por lo menos un rato ahora que sabia toda la verdad.

Cerré los ojos, descansando mi cabeza en el asiento. Suspiré al recordar una vez más aquella escena de mi hermano, tocándome, mientras mi madre le gritaba desesperada que no me hiciera daño, pero, aun así, lo hizo.

Virgen a los 25Donde viven las historias. Descúbrelo ahora