"- Me lo vas a decir cuando estemos seguras, mirándome a los ojos, promételo, promete que vamos a estar a salvo, que me vas a mirar a los ojos y me lo vas a decir - apreté el volante y hundí el acelerador".
Pero... ¿Cuánto puede durar una promesa?
El incesante pitido del despertador retumba en mis oídos, lo golpeó con toda la fuerza que tengo y mi quejido de dolor despierta a Becky.
— Dios mío, ¿qué pasa?, ¿Estás bien? – le respondo con una sonrisa y un pequeño gruñido para hacerle saber que lo estoy.
— Ya es hora, hay que prepararnos. Hoy tenemos mucho que hacer – asiento con la cabeza, pero todavía me mantengo en silencio, Beck entiende que aún no estoy lista para renunciar a él, así que se levanta de la cama y comienza su rutina matutina.
Mientras tanto, yo tomo mi teléfono para revisar mis notificaciones. Hasta hace unos meses solía creer que no había mejor manera de despertar que atenderlas, pero poco a poco esa costumbre que mantuve durante años se convirtió en mi peor enemigo, entrar a revisar mis redes sociales había pasado de ser un momento divertido en el que me dedicaba a ver memes de perritos y poesía que inspiraba mi día, a recibir mensajes de hate y miles de especulaciones sobre el estatus de mi relación con Beck, y como cereza del pastel, amenazas de muerte por todas las redes sociales, cómo si matarme les asegurara una oportunidad con Becky. Así que aquí estaba a punto de entrar a Twitter para ver qué decían de mí hoy.
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Le quería dar retweet porque era cierto, excepto la parte de ser sus madres.
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Oh sí, claro que era FreenBecky, de todas formas, solo Becky creía que era BeckFreen.
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