Una serie de impacientes llamadas al timbre, sacaron a Taehyung de la cocina, donde haba estado mirando ensimismado la cafetera. Al abrir, se encontró a un adolescente con expresión hosca. Llevaba una camiseta de tirantes y sus hombros se veían rojos bajo el furioso sol de mediodía. No espero a que Taehyung dijera nada.
— Vamos a la playa ¿Quieres venir? Mi madre me ha dicho que te pregunte.
Taehyung, aún medio dormido, se asomó un poco más para ver si la madre del chico estaba esperando en algún coche, pero la calle estaba vacía. Quizás fuera una reunión del vecindario y el chico iba de puerta en puerta avisando a la gente. No parecía tener la intención de presentarse.
— Supongo —respondió finalmente.
— Nos vamos a las tres. Trae tu toalla —Dicho esto, dio media vuelta y se marchó. Anduvo unos pasos y se giró de nuevo —. Si quieres que te corte el césped lo hago por 50 mil wons. Lo hacía para los últimos que vivían aquí.
— Lo pensaré — respondió Taehyung.
— Como quieras.
Y tras eso, cruzó por el césped hacia casa de Jungkook y subió al porche. Entonces este debía de ser el hermano menor, Yoongi. No se parecían mucho, pero sí que vio la semejanza entre él y Solar. Lo que significaba que acababa de quedar para ir a la playa con la familia Jeon.
Bien. Ahora vería a Jungkook con bañador y podría observarlo a su antojo. Se preguntó en qué posición lo dejaba esto de entre sentirse atraído por él y preguntarse si se estaba aprovechando. Cerró la puerta deseando que Jungkook no le hubiera contado a nadie lo que había pasado. Pero esto lo hizo sentirse culpable. Si Jungkook quería decírselo a alguien, que lo hiciera. Taehyung se sentía avergonzado, eso era todo.
Se pasó el resto de la mañana abriendo cajas en busca de sus cosas de la playa. Esperó la llegada de la tarde con sentimientos encontrados de miedo y expectación.
Jungkook tiró los pantalones en la cesta de la ropa sucia que tenía en su armario. Sacó el bañador de una de las cajas etiquetadas que había en la estantería, y se sentó en la cama para ponérselo. Comprobó que el nudo estuviera atado y se levantó. En la mesa tenía su material para la playa ordenado acorde a una lista que tenía siempre en su bolsa de la playa. Los colocó uno a uno en su interior: toalla, camiseta, pantalón corto, gafas de sol, crema protectora, iPod con auriculares y su edición de bolsillo de Todo Sherlock Holmes. Los juguetes para la arena estaban en el armario de entrada, por lo que los recogería al salir hacia el coche. Comprobó cada objeto una vez más. Estaban todos, por lo que cerró la bolsa y se apartó del escritorio. Se miró al espejo y entró la barriga. No creía que estuviera gordo, aunque Yoongi a veces le hacía bromas de eso. Hacía dos semanas, un chico muy guapo le había dicho que tenía un buen paquete, y después tuvieron sexo. Ese chico no había dicho nada de que estuviera regordete, excepto para elogiar su "polla gorda"
Alguien se aclaró la garganta detrás de él. Se giró y vio a Taehyung en la puerta de su cuarto. ¡Tenía un aspecto genial! Llevaba bermudas y unas chanclas. En su camiseta había una guitarra y ponía "Chris Isaak". Le estaba ajustada, por lo que se marcaban sus fuertes músculos. Esperaba que se quietara la camiseta al llegar a la playa.
— ¡Hola! —dijo Jungkook acercándose para darle un abrazo. Taehyung se sentía cálido, seguramente porque había estado afuera. Su nunca estaba roja, como quemada del sol, pero se fue pasando cuando Jungkook lo soltó.
— Tu madre me ha dicho que estabas aquí arriba. ¿Puedo pasar? —preguntó repiqueteando el quicio de la puerta dos veces, ofreciéndole su música. Le gustaba que Taehyung trajera su música a su cuarto.
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Starry Night
RomanceA los veinticuatro años, los tics y tartamudeos de Taehyung Kim lo han convertido en una persona extremadamente tímida. Aunque sus amigos lo acusan de dejar que su síndrome de Tourette le dicte la vida, Taehyung decide irse de Seúl y trasladarse a u...