Estados Unidos

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México miró con cierta desconfianza la mano que Estados Unidos le estaba tendiendo como un gesto de genuino afecto amistoso. Era la primera vez que ambas naciones, ahora ya independientes, se reunían para discutir acuerdos políticos, comerciales y demás pormenores en su convivencia como vecinos fronterizos. No es que no confiara en el hijo de Gran Bretaña, de hecho hasta podría decirse que en secreto y muy en el fondo lo admiraba, el problema era que...

—Por una próspera relación de buena vecindad. —Sonrió el rubio, con ese encanto diplomático que ya desde pequeño lo caracterizaba. México le sonrió de vuelta, estrechando al fin su mano para cerrar el acuerdo que ambos habían firmado con respecto al comercio de productos agrícolas. —Sabes México, ahora que nos hemos vuelto más cercanos me he dado cuenta de que no tuve tiempo de felicitarte por alcanzar tu independencia, ya sabes cómo son estas cosas de Naciones, no podemos darnos un descanso si queremos llegar a la cima lo más rápido posible.

Ahí estaba el motivo. Estados Unidos siempre tenía esas ideas de dominio expansionista y poder absoluto en la cabeza, tanto era así que la mayoría de sus conversaciones siempre giraban en torno a eso y también a la adquisición de esclavos para trabajar en sus territorios agrícolas. Eran esos desacuerdos morales y éticos los que hacían que México no pudiera confiar del todo en el anglosajón.

Además le molestaba en demasía la forma en la que Estados Unidos quería meterle sus ideas "de producción" a la fuerza, enojándose genuinamente cuando descubrió que México había abolido la esclavitud dentro de su constitución y que eso obligaba a todos los estados que formaban parte del país a liberar a cualquier ciudadano que estuviera en condición de esclavitud. Eso había sido al principio, ahora parecía que al rubio la situación de ciudadanía ya no le molestaba como antes.

—Por cierto, he notado que todavía hay estados al norte de tu territorio que no quieren adoptar esa ideas locas que tienes sobre la libertad de la servidumbre. —Comentó como si nada, dando un pequeño paseo por la oficina del mexicano, admirando algunas pinturas y uno que otro recuerdo de la época de la colonia. —Seguro que debe ser bastante odioso tener que tratar con ellos, sobre todo siendo que eres demasiado blando para llevar las riendas de un país tan grande.

—¿Qué estás insinuando? —Se levantó molesto, mirando al norteamericano con clara indignación en el rostro. —No me convertí en un país independiente por ser amable y cordial con mis enemigos, Estados Unidos.

—Yo solo estoy diciendo qué tal vez no sea justo para esas personas tener que obedecer una imposición que no desean. —Se encogió de hombros, como si aquello no fuese un tema delicado e importante. —Nuestras fronteras todavía no están bien delimitadas, las viejas que trazaron nuestros padres ya no tienen validez para nosotros y creo que si tanto dices preocuparte por la voluntad de tu pueblo entonces deberías dejarlos decidir de qué lado estar.

—¡¿Qué clase de secesión del territorio es esta?! —Golpeó sus puños contra el escritorio, respirando pesadamente. —Esos territorios son míos, Estados Unidos, son parte de mi herencia colonial y yo luché limpiamente por ellos contra el Imperio Español, no voy a tolerar que un extranjero que nada tiene que ver con mi historia venga aquí a decirme qué es lo que tengo que hacer.

—Solo era un consejo, no es para que te enojes de esa forma. —Sonrió con malicia, sabiendo que había logrado su cometido, sembrar la semilla de la incertidumbre dentro del mexicano. —No quiero tener problemas contigo, México.

—Pues entonces no vuelvas a sacar éste tema a la mesa. —Volvió a sentarse, sintiendo su cabeza pulsar por el repentino arrebato. —Estoy muy ocupado ahora, debo pedirte que te marches.

El anglosajón no dijo nada pero obedeció a lo que el mayor comandó. Aquella era otra de las muchas razones por las cuales no podría confíar nunca en Estados Unidos, ambos eran demasiado diferentes y no solo por temas culturales o de nacimiento, sino porque el rubio era demasiado cruel y pragmático, disfrazando sus propósitos imperialistas con ideales utópicos de libertad y libre albedrío. Sin embargo, había algo de razón en sus palabras.

30 dias OTP (Chéxico/Méxile)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora