Dmitry
-Papá, creo que te has pasado- se ríe mi hijo.
Me froto la mandíbula con la mano, el coche está hasta arriba de bolsas con regalos, globos y hasta una piñata. Después de comer, dejé a Lina durmiendo en su habitación, Mat se quedó en su puerta vigilando y atento por si ella despertaba y necesitaba algo. Agarré a mi hijo Mijaíl, las llaves del coche y vine al centro comercial a comprar todo lo necesario para el cumpleaños de Lina. De eso ya hace tres horas. Suelto un resoplido fuerte. Quizás mi hijo tenga razón y me haya pasado comprando cosas. Sin embargo, no pude evitarlo. Por cada cosa que veía en un escaparate, tenía la necesidad de comprarlo para ella. Un vestido, otro más, camisetas, pantalones vaqueros, algunos cuadernos y bolígrafos, libros de fácil lectura. Mierda, ni siquiera sé qué talla tiene, me he dejado guiar por mi juicio. Espero haber acertado. Incluso le he comprado ropa interior. Mijaíl tenía las mejillas sonrojadas cuando entramos en la tienda de lencería femenina.
-Métete en el coche, mocoso- ordeno.
Mi hijo se ríe, se cruza de brazos.
-¿Me vas a decir dónde me meto? No quepo con tantos globos.
-Ponte delante y cállate, idiota.
Sus hombros tiemblan por la risa. Maldito niño, jodidamente lo amo. Me subo al lado del conductor, mi hijo me mira fijamente.
-Ni una sola palabra- gruño.
-Te gusta ella.
-Mijaíl, cállate.
-Papá, está bien, ella es hermosa y buena.
-No está bien, cariño. Es demasiado joven para un viejo como yo.
Mi hijo pone los ojos en blanco.
-Entonces me la quedaré para mí- dice.
Aprieto el volante con mis manos haciendo crujir el cuero. Mi hijo intenta ocultar su risa mirando hacia la ventanilla.
-Puto niño- gruño.
Eso sólo provoca que él se ría más.
-Algún día seré yo quien se ría de ti, mocoso malcriado.
-Claro, papá, lo que tú digas- se burla.
-Te amo, Mijaíl.
-Y yo a ti papá. Y te lo digo en serio, si ella te gusta y tú le gustas, hazla tu esposa.
Chasqueo la lengua.
-Eso no va a suceder, hijo. Ella debe estar con alguien de su edad.
El resto del camino es silencioso, Mijaíl se concentra en escribir por su móvil, seguramente a sus amigos. Se lo regalé hace unos meses por su cumpleaños. Le encantó el regalo. El mismo día que lo recibió comenzó a hablar con sus amigos por el móvil, le dije que debía tener cuidado con el número de teléfono, no todos podían tenerlo. Mi hijo es muy responsable para su edad, sólo le ha dado su número a los amigos más allegados. De reojo, lo veo hace una mueca rara con la boca.
-¿Todo bien?- le pregunto mientras aparco el coche.
-Sí, no es nada, papá. Sólo bromas estúpidas de los estúpidos de mis amigos.
-¿Te han dicho algo?
Asiente.
-Oye, cuando quieras compartir conmigo lo que te han dicho estaré aquí para escucharte.
-Gracias, papá.
Le doy un abrazo antes de bajarnos del coche. Mi hijo me ayuda a bajar todo lo que he comprado.
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BRATVA #6 [Disponible en físico]
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