Isla Yashiori

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Hay cosas peores

que estar solo

pero a menudo toma décadas

darse cuenta de ello

y más a menudo

cuando esto ocurre

es demasiado tarde

y no hay nada peor

que

un demasiado tarde.

-Charles Bukowski

La despedida fue complicada, dolorosa incluso. Con todos los soldados deseándole lo mejor en su vida y la mayor de las suertes en su viaje. Con Gorou, sus orejas gachas y tristes ojos, a sabiendas de que tal vez no se verían en años. Kokomi, por su lado, mantenía más la compostura y los abasteció de recursos para el viaje, con cosas que ella creyó podrían necesitar.

La parte más divertida a su parecer fue Gorou tratando de estrechar manos con el chico del sombrero, el cual mantuvo sus brazos cruzados dejando a su pobre amigo con la mano en el aire.

Fueron unos soldados los que se ofrecieron a acompañarlos hasta la costa de la isla Yashiori. Aceptó de buena gana la ayuda de los dos jóvenes chicos. Llegar a Yashiori fue más simple y rápido de lo que creyó en un principio.

Sintió la arena bajo sus zapatos. El ambiente de la isla era diferente al calmado Watatsumi. Isla Yashiori seguía siendo un lugar un tanto hostil después de todo.

—Bien. Lo primero será comprobar la aldea Higi para ver si podemos usar una de las viejas casas.

El chico solo asintió. El pelinegro no había dicho mucho en la gran mayoría del día, aunque no solía hacerlo a menudo, lucía un tanto diferente esa mañana. Perdido, distraído. Recordó cómo no parecía muy contento con venir a estas islas.

—¿Te encuentras bien?

El chico frunció el ceño, visiblemente molesto e irascible.

—Solo camina. Vamos a comprobar esas malditas chozas.

—————

Menos de una semana. Sus días estaban contados hasta Tatarasuna. Su mente cada vez se enredaba más y más.

"Qué pérdida de tiempo"

"¿Qué hago aquí?"

"Esto no tiene sentido"

"No va a servir de nada"

"Debería volver a Sumeru"

"No voy a cambiar solo por revivirlo todo de nuevo"

Resulta que la aldea ya estaba habitada. Los Nobushi se percataron de la presencia de la pareja de intrusos.

Dos Nobushi se les acercaron, amenazantes con sus cuerpos de más de dos metros, sus gruesos brazos y sus hoscos rostros. Kazuha y el no imponían tanto, con sus bajas estaturas y finos rostros.

Los Nobushi se dirigieron hacia Kazuha, ignorando a el. Tal vez tenía un don para pasar desapercibido o tal vez era porque siempre caminaba unos pasos por detrás del albino.

A pesar de los rostros de pocos amigos de los Nobushi, Kazuha no se mostró tenso.

—¡Largo de nuestra aldea, mocosos! —gritó uno con su ruda voz.

Bajo la luna (Kazuha x Scaramouche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora