El Alcor

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En mi alma, un enigma se ha tejido, 

nuevos sentimientos, confusos, han venido. 

Como hojas en el viento, danzan sin cesar

en esta danza incierta, me dejo llevar.


Susurran secretos, estos latidos desconocidos,

Un idioma sin palabras, un lenguaje singular, 

en esta confusión, el amor comienza a brillar.



El camino de regreso al hotel estaba envuelto en una atmósfera de serenidad. Las calles de Inazuma parecían más tranquilas bajo la luz de la luna, y las estrellas en el cielo nocturno parpadeaban como diamantes dispersos en un lienzo oscuro y profundo. Era como si el universo mismo quisiera ofrecerles un respiro

Kazuha y Tsuki caminan uno al lado del otro, sus pasos en armonía con el suave susurro del viento nocturno. No necesitaban palabras para expresar lo que sentían; sus miradas y gestos hablaban por sí solos.

El roce casual de sus manos mientras caminaban era suficiente para transmitir esa sensación de apoyo mutuo.

Mientras avanzaban por las calles adoquinadas, Kazuha se detuvo un momento para observar el cielo estrellado. Levantó la vista y sonriendo, como si encontrara consuelo en la belleza de ese momento.

Tsuki lo observó con calma y suspiró ligeramente . —Kazuha, siento haberte arrastrado a todo esto.

Kazuha apartó su mirada del cielo para observar al pelinegro. Sus rojos ojos fulgían bajo la luz de la luna y las comisuras de estos aún se encontraban enrojecidas por sus previas lágrimas.

El albino, con una expresión suave y reconfortante, se acercó a Tsuki con delicadeza. Su mano, cálida como un rayo de luna, se posó con ternura en la mejilla del pelinegro. Los dedos de Kazuha se deslizaron suavemente por su piel, transmitiendo calma y apoyo.

Los oscuros mechones de Tsuki caían sobre su rostro, y Kazuha, con un gesto cariñoso, los acomodó detrás de su oreja. Sus manos se movieron con gracia y gentileza, como si estuviera cuidando un valioso tesoro.

Los ojos de Tsuki, oscuros como la noche, se encontraron con los dl albino en un instante de profunda conexión. La mirada del pelinegro expresaba gratitud y confianza, mientras que la de Kazuha irradiaba calidez y afecto.

Kazuha le sonrió con gentileza, mientras, el pelinegro quedo extasiado, sin apartar los ojos de los rojos orbes del albino .

—Está bien, no te sientas mal —susurró Kazuha con gentileza.

Solo el viento entendía cuán grande era el esfuerzo de Kazuha en no dejarse llevar por su apasionado corazón.Las noches y momentos compartidos, y la profunda conexión que sentía hacia Tsuki, lo sumían en un torbellino de emociones que amenazaban con desbordar su autocontrol. Sin embargo, se aferraba a la razón, a la promesa que se hizo a sí mismo de no precipitarse.

En ese instante, la distancia entre sus rostros era mínima, y ​​el corazón de Kazuha latía con fuerza, como el tambor de un ritual antiguo. Cada latido resonaba con el eco de sus sentimientos, pero se mantenía firme, resistiendo la tentación de acortar esa pequeña distancia y unir sus labios en un beso.

Bajo la luna (Kazuha x Scaramouche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora