[Sin título 3]

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Cuando abrí los ojos era sábado, sábado por la mañana. Los rayos de sol pasaban atraves de las cortinas y me daban en los ojos.
Que molestia.

—Ugh...— Me senté en la cama con lentitud y frustración. —Que... Buena forma de empezar el sábado.— Bostece frotándome los ojos. Puse los pies sobre mis pantuflas de rata y me levanté para bajar a la cocina.

—Buenos días ma- ¿Papá?

—¿Huh? ¡Oh! Buenos días Tord.— Me dijo desde el lavamanos. —Te has levantado temprano para ser sábado.—

—Supongo que es por la costumbre.— Sonreí. —¿Haz preparado el desayuno?— Me acerque a la cocina, observando detenidamente el par de huevos con tocino que había en los platos. —¿Hah? ¿Por qué solo hay dos?—

—¿Dos?— Volteo a ver. — Patrick salió por la madrugada. No ha vuelto.— Diría con el entrecejo fruncido. —Me preocupa demasiado. Que yo sepa no padece de sonambulismo.—

—Desde la madrugada... ¿Haz pensado en llamarle?— Pregunté tomando los platos para llevarlos a la mesa. —Por que si no es así podemos intentarlo, quizás conteste.—

—No, creo que se ha llevado nuestros móviles— Suspiro con pesadez, como si su alma quisiera abandonar su cuerpo. Sin duda alguna me espanto.

—¿Los moviles has dicho?— Voltee a verle mientras me sentaba sobre una de las sillas. —¿Quien en su sano juicio se va de la casa y se lleva los teléfonos consigo?—

—No lo sé, por eso estoy preocupado.

Dieron las once de la mañana y Patrick no aparecía. Llegué a tener la sensación de que nunca volvería, que en todo caso... Si se habia ido, probablemente era mi culpa por la presión que solía tenerle para que me dijera las cosas.

De tan solo pensarlo mi corazón dolió, dolió por el simple hecho de que no quería que eso pasara. Escuché la puerta de abajo azotarse, luego unos pasos y entonces salí al pasillo.

—¿Papá?— Me asome por las escaleras. Baje lentamente, provocando que rechinaran. —¿Papá?¿Haz llegado de las compras?—

Tragué en seco.

Cuando baje por completo y fui en dirección a la sala, ví una figura a lo largo del sillón.

— Papá ¿Porque no me has avisado de tu llegada?— Diría acercándome al costado del sofá. Fue ahí donde me percate que no era mi padre el que estaba recostado. —¿Patrick?—

No me respondió.

Tenía el antebrazo cubriéndole los ojos y al parecer había corrido, pues su pecho no dejaba de respirar con rapidez.

—¿Mamá? No me dejes hablando solo, sabes que es de mala educación.— Crucé los brazos. —Oye ¿Estás bien?—

—Lo estoy.

—No, no lo estás.

—¿Que te hace pensarlo?

—Ni siquiera me estás mirando a los ojos para hablar.— Me di la media vuelta, ya que no estaba dispuesto a conversar.

—Tord.

—¿Que quieres?

—¿Estás enojado conmigo?

Mis ojos se aguaron, naricee un poco y luego me plantee el no hablar. —¿Porque lo estaría?—

—Por que lo pareces. Tord, mírame.

—No, no voy a mirarte.

—Mirame Tord.

—¡Que no! ¡Déjame solo!— Dije golpeando su mano sin querer al sentir que me había tocado. —¡Te vas por la madrugada y llegas diez malditas horas después!¡¿Quien te crees?!—

¡Hay Un Monstruo Bajo Mi Cama! [TomTord] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora