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.Día 6: Mío y solo mío
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.Pasó la lengua por su cuello, mientras con la yema de sus dedos recorría la espina dorsal. Subiendo y bajando, a lo largo y a lo ancho, lo acarició. Dejando tatuadas en su piel las huellas de su amor. De su infinito e indiscutible amor.
Seishu arañó las sábanas, al mismo tiempo que gimoteaba. Las fuertes estocadas lo estaban llevando al cielo, a su más precioso y placentero cielo. Inupi arqueó aún más la espalda para darle un mayor acceso al intruso que tenía adentro.
Un intruso que era capaz de hacerlo explotar como nadie jamás lo hubiese hecho.
Kokōnoi continuó con el vaivén, entrando y saliendo del hombre que tenía sometido a sus pies. Hajime lo jaló, enredando los dedos en sus cabellos. La manera en la que Inui jadeó lo enloqueció, haciéndolo perder la razón. Así que, con fuerza lo embistió para que siguiera pronunciando su nombre con tanto fervor.
Seishu se movió, obligándolo a cambiar de posición. Él lo aventó y lo dejó con la espalda apoyada en el respaldo de la cama; luego se sentó a horcajadas encima de él. Rozando su miembro con el del hombre que lo hacía desfallecer.
Hajime gritó y con desenfreno lo besó. Enredando la lengua con la de él. Invadiendo la boca ajena para recordarle quién era el único que lo podía poseer. Inupi respondió a su exigencia, moviendo la lengua en su interior, haciendo círculos sin control. Movimiento que imitó encima del miembro que sin descaro rozó.
La tortura de placer era algo muy característico de él. Un atributo que ponía a su marido rendido a su merced. Sin embargo, Kokō estaba por desfallecer y no lo quería hacer encima de él, sino dentro de él. Dentro de ese cálido espacio que lo acogió desde la primera vez que lo conoció. Aquella noche que por primera vez le hizo el amor.
El día que decidió que Inupi sería el dueño de su vida. El único hombre al que amaría. Al único al que se entregaría. Y por el único que sería capaz de cambiar hasta el aire que lo hacía respirar. Él sería su hogar, su compañero, su amante, su confidente; su todo. Él sería su esposo.
Él era su esposo.
El hombre con quién firmó un pacto de amor. Un sello de entrega y unión que lo fundió dentro de su corazón.
Hajime lo tomó por los muslos, levantándolo de sus caderas para enterrarlo en su mundo. Su perfecto y preciado mundo. Inupi gritó; extasiado por el placer que sintió. Tenerlo adentro era tocar el cielo con las manos. Seishu se acomodó, poniendo las manos en el respaldo de la cama; mientras brincaba sin cesar en la hinchada y deliciosa virilidad.
Kokōnoi gruñó, colapsado por el fuego de la pasión; así que, arremetió con todo su ser. Sincronizando el vaivén de la cabalgata que inició su montador. Seishu lo dominó, pues brincaba de arriba a abajo, masajeándose en su abdomen al contacto. Restregando en su piel el falo de su marido que también requería placer.
Hajime lo tomó y con firmeza lo estimuló. Apretando y soltando la palpitante piel que expulsaba el líquido que sabía a leche y miel. Inupi se perdió, pues las estocadas en su interior lo llevaron al abismo de la pasión. Así que, se liberó, expulsando su ser sobre el cuerpo del hombre que lo hacía desfallecer. Seishu se mordió el labio inferior cuando observó a su esposo lamerse los fluidos que salieron de su interior. Él los bebió con tanta devoción que lo hizo sonreír complacido.
Inui lo besó con desesperación, al mismo tiempo que contrajo su cielo debido a los espasmos tan placenteros. Kokōnoi ya no pudo esperar; así que, mordió los labios de su marido cuando lo embistió una vez más. Metiéndose hasta la profundidad que lo hizo expulsar aquel veneno que salió de su ser. El mismo que necesitaba su esposo para respirar.
La pareja se dejó de besar cuando alcanzaron la cima de la fogosidad.
Seishu cayó en el hombro de su marido, mientras Hajime lo pegaba más a su piel; sin salir del cielo que lo hizo desfallecer.
—Hacer el amor con mi esposo es lo mejor que me ha pasado —musitó, besando con ternura el cuello de su amado—. Gracias por hacer que nuestra ceremonia fuese un cuento de hadas.
—Gracias a ti por existir —confesó, impregnado las fosas nasales con su olor—. Lo único que deseaba era hacerte feliz.
—Mi amor, tú eres mi felicidad —espetó, viéndolo a los ojos. Amaba la profundidad de su mirada—. El cuento se hizo realidad por ti. Tú eres el hombre con el que siempre soñé. Te amo.
—Prometo que tus días serán de dicha y alegría —juró. Sellando la promesa con un beso lleno de amor—. Además, haré que tus noches sean exquisitas. Un deleite a tu paladar.
—Y yo te prometo madrugadas ardientes en las que no te dejaré respirar —musitó Inupi, antes de besarle el cuello. Él quería iniciar una nueva ronda en el juego—. Te amo más que a mi vida.
—Eres mío, Seishu Inui. Solamente mío, esposo querido.
La pareja volvió a incendiar las sábanas del majestuoso hotel al que se fueron a hospedar. El sitio perfecto que los iba a albergar durante la luna de miel.
Un mágico viaje que los llevó a hacer todos sus sueños realidad.
Fin.
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.¡Hola!
¿Cómo están?
Saben que me puse a pensar, que tenía que haberles puesto continuará a cada de las viñetas que se amarrarían a esta pequeña historia. Y digo continuar porque la de mañana será la última.
Se suponía que cada temática debía ser individual, pero amé tanto como quedó todo que no lo quise cambiar. Espero no haberlos aburrido con tanta miel. Soy una romántica, lo siento.
Mañana nos toca el último tema. Así que, ojalá les guste el resultado.
Los quiero, los quiero con el alma.
Nos leemos mañana.
GabyJA
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Eterno [KokōInu]
RomanceSerie de viñetas inspiradas en el amor tan profundo que se tiene Kokō e Inupi. [KokōInu week 2023] Disclaimer: Los personajes de «Tokyo Revengers» pertenecen exclusivamente a Ken Wakui. ⚠️¡Advertencias!⚠️ ◾ Universo alterno ◾ Contenido explícito +...