Dos

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Cuando la luz del sol le pego en los ojos se dio cuenta de que aún seguía vivo, lo cual lo sorprendió.

Al abrir sus ojos diviso que no estaba ni en el calle o el callejón al que quería llegar, en su lugar apareció dentro de un amplio salón, en una casa acogedora.

Lentamente se irguió sobre si, sintiendo la manta que cubría su delicado cuerpo, sorprendiendolo de que no estuviera manchada de sangre, es más, su herida no dolía. Levantó la tela viendo como el corte fue tratado, no de la mejor forma pero había una intensión buena allí.

Tiro la manta a un lado, desvelando todo su cuerpo expuesto con excepción de la parte baja. Lo miró con disgusto.

Con sus fuerzas se levantó sobre sí mismo, estirando su cuerpo adolorido, el ala faltante punzaba en su ausencia y la que permanecía se movía un poco luego de estar aplastada por su cuerpo. Miró a sus alrededores la casa era grande, extensa para alguien alto, predominaban los colores obscuros en muebles y telas. Pero a fin de cuentas era hogareña.

Comenzó a caminar sin rumbo por la sala, mirando con cuidado todo lo que había, no era diferente a su hogar allá arriba, sin embargo era más oscura y siniestra; la cantidad de cuadros en las paredes le daban una bonita vista pues contenían fotos de múltiples personas felices entre ellos, alguna contenía mascotas, como un perro blanco con un listón negro y flores, parecía que había fallecido. Le sacó una mueca triste.

La casa tenía unas escaleras, dudo si subir ya que no sabía quién habitaba este lugar, tranquilamente podría ser un asesino o un desquiciado si era capaz de acoger a un ser como él sin nada a cambio. Un humano normal no lo veía capaz de esto.

Merodeo por lo que restaba de la sala, encontrando una puerta hacia un sotano, el cual miró con desconfianza cerrandola devuelta y omitiendola, del lado contrario bajo las escaleras, se abrían otro espacio, un comedor con su respectiva cocina, todo respetando la gama de colores opacos.

No se atrevió a tocar nada de esta zona, volviendo por sus pasos miró la escalera, dudo un poco y subió un escalón, esperando que alguien diga algo más no pasó y prosiguió con otro, luego otro y así hasta llegar al segundo piso. El pasillo era largo y con varias puertas, al final había una vitrina que tomó su atención, como si estuviera llamándolo en susurros.

Sus pies descalzos se desplazaron hacia la vitrina, sus pasos le costaron un poco pero llegó. Allí se veía una espada completamente oscura en horizontal, exponiéndola como un trofeo. Parecía extraída del mismo infierno por el aura negativa que emanaba, nunca había visto algo igual.

Sus ojos verdes se reflejaron en el cristal, quiso tocarla más allá del vidrio cerrado pero no pudo. Al instante de querer hacer un movimiento más el filo de una espada ajena se posó en su cuello pálido, asustandolo.

Alzó sus manos en son de paz, para quien sea tenga piedad de su vida.

─Más te vale no moverte o te rebano el cuello. ─Dijo el hombre detrás de él, quien emanaba la misma aura que la espada, no lo había sentido llegar lo cual lo sorprendió. Dream hizo caso a su pedido, esperando, rezando que no lo lastime.

─¿Qué mierda haces acá arriba si yo te deje abajo? ─Preguntó, no sabía si responderle o no por si le enfurecia la respuesta, pero su ala actuó con rapidez antes de que pudiera razonarlo por el peligro que recorría su ser, esta se agitó con fuerza tirando del hombre hacia atrás unos centímetros, Dream se dio la vuelta con tal de huir de este lugar y en su lugar se quedo en shock, sorprendido.

No era un civil normal, era un ente extraño, parecía salido del infierno mismo por cómo portaba esa armadura de fuego y la gran gema que brillaba en su casco, lo puso alerta pues parecía el diablo mismo con una altura superior a la de él, todo oscuro.

Ángel • Farfadream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora