Cinco

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Por más que se ausentara por menos de una hora, salir fue un buen cambio de aires para Farfadox. La abrumadora sensación de tener a ese chico en casa le había aumentado el estrés más de lo habitual en su vida cotidiana. Y eso que tuvo muchos momentos sofocantes para contar.

Ahora, con él allí, las cosas daban un giro en el panorama.

Después de comer y, lamentablemente, gastar parte de sus proteínas en algo cocinado para Dream, ya que el olor de su carne 'conservada' le generaba arcadas, tomó la sabia decisión de comprar más suministros importantes, porque ahora eran dos en la casa con diferentes dietas.

Había un supermercado a unas cuadras de su hogar, allí encontraría lo necesario para subsistir con el polizón unos días.

Le aviso con antelación al chico que saldría y le preguntó si quería algo, lo que fuere que pudiera pagar, su negativa fue extraña para él porque ¿Quién rechazaría la oferta? De igual forma lo dejo tranquilo viendo la televisión y se fue.

El día estaba tranquilo, y al entrar, notó que había más movimiento del que esperaba, con dos cajeros atendiendo y filas de personas considerablemente largas; pasó de largo y, con una canasta en mano, se dirigió directamente a las góndolas de alimentos: varias galletas, más yerba, harina, carne y demás cosas que serian útiles.

Con eso estaría bien, pensó mientras observaba lo tomado.

Luego se dirigió al final de la fila, donde un gran grupo de personas esperaba delante de él. Con un suspiro pesado, buscó en sus bolsillos su teléfono, pero su mala suerte estuvo presente hoy, ya que no lo encontró.

─La puta que los parió... ─balbuceó por lo bajo, la señora que estaba frente a él pareció escucharlo, ya que se volteó a mirarlo con desagrado. Farfadox solo le sonrió sin gracia y la ignoró, entrando en un estado mental de aburrimiento total.

No pasaron más de veinte minutos en esa horrible fila cuando Farfadox finalmente llegó a la caja. Sin duda, la discusión de un hombre de avanzada edad con el cajero fue algo que lo llevó al borde del quiebre mental. Tal vez no debió especular sobre cuánto tiempo tardaría la próxima vez.

Y cuando finalmente salió de ese agonizante supermercado, sintió una punzada de que algo estaba mal o que algo le faltaba, aunque no sabía qué podría ser.

Aceleró el paso hacia su casa esquivando a las pocas personas que se cruzaba...

...

Al llegar, se preparó para abrir la puerta, pero notó que alguien ya lo había hecho.

Eso lo puso en alerta. No quería creer que el ángel lo había desobedecido, ya que su razonamiento era válido y su bienestar estaba en juego en las calles. Con cuidado, abrió la puerta por completo. La casa estaba en un silencio total y tenso, como si estuviera desierta, a excepción de la figura reconocible de su hermano, Shadoune, parado en las escaleras de arriba, observando algo o a alguien específicamente en el pasillo.

─¡¿Shadoune?! ─preguntó Farfadox alarmado, dejando la bolsa en el primer mueble que alcanzó y corriendo escaleras arriba.─¡¿Qué haces acá?! ─Gritó, tocando su hombro en desespero, pero no le respondió ni lo miró. En cambio observaba al chico en el fondo del pasillo con total sorpresa.

Cuando se volteó, vio cómo Dream parecía amenazar a su familiar a su lado con la espada de la vitrina a un golpe de romperse con el palo de escoba. Al ente se le bajaron los colores al verlo de nuevo tan cerca del arma detrás suya.

─¡Farfadox! ─gritó el ángel cuando notó su presencia, aún amenazandor, su voz irradiaba enojo por ser invadido por un hombre extraño en el lugar que tomó como refugio, .─. This man entered the house!

Ángel • Farfadream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora