Tres

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Cuando Farfadox subió las escaleras no podía creer lo que había ocurrido.

Si era sincero no se esperaba que su corazón se estrujace tanto por un ser que rescato por impulso en una noche posborrachera. Pero al verlo así, tan lastimado y al borde de la muerte, algo le toco en el corazón que creía cerrado para gente con la cual no tenía afecto
Porque bien sabia que si en lugar de ese chico hubiese sido, a decir, Cris el que estuviera tirado, su reacción hubiera sido completamente diferente, mucho peor y más dramática que la que obtuvo esa madrugada.

Aun así, ese ángel le daba un aura tan extraña, no tan pura como solían decir que daban, eran mitos después de todo ya que nadie habría visto uno en persona más que los escritos no justificados en libros religiosos, pero estos eran descriptos de una forma alterna a la que ese joven representaba.

El ángel en su sala no coincidía con las descripciones que presentaban, sabía que no bajo del cielo  a entregarle un mensaje del mismo Dios, justo a Farfadox.

Más que nada, porque en él portaba un miedo indescriptible a que Farfa lo eche de su casa. No era un mensajero de ida y vuelta.

En experiencia, esos ojos verdes reflejaban un pasado triste y sumando las heridas que portaba además del arranque que tuvo en su espalda. Esas lesiones no se creaban solas, había algo o alguien detrás. Si era sincero, temía por su seguridad y la de él ser celestial. O más la suya.

Se adentro a su habitación, dejando al inquilino abajo. Podría ser contraproducente dejarlo sin vigilancia pero qué podía hacer el hombre si estaba lastimado hasta la médula. En un uno versus uno le ganaría fácil.

Tenía a un ser, no como otros híbridos normales, sino uno celestial en su hogar ¿cuántos problemas le traería eso? ¿Era siquiera legal? Podría considerar echarlo de nuevo pero le había permitido quedarse porque esa cara de, literalmente, ángel lo hacía dudar de sus palabras, se suponía que era un caballero nacido del mismo infierno pero esto lo superaba.

Alguien de arriba no cae así como así del cielo, había una explicación, un contexto detrás que era serio, y si es sincero no quería quedar en medio.

Farfadox comenzó a caminar de un lado a otro por la habitación, pensando qué hacer con ese chico cuyo nombre todavía no tenía... Era la burla en persona, permitiendo a un completo extraño en su casa llena de armas que podría usar para matarlo mientras dormía.

Así que, hizo lo que toda persona cuerda haría y llamó a uno de sus amigos quien creyó que le proporcionaría respuestas coherentes.

Farfadox se sentó en la cama, con el peso del conflicto descansando sobre sus hombros, tomó su teléfono y llamó.

A los segundos la llamada fue atendida con un 'qué pasa' por parte de Amilcar.

─Necesito que vengas. ─Dijo por el teléfono, su voz sonaba derrotada al asunto.

─Y... ahora estoy complicado, ¿para qué me querés?

─Hay algo en mi casa y no me vas a creer lo que es. ─Dijo, mirando la puerta entreabierta, no había sonidos extraños que pudiera captar desde arriba, lo que le daba un suspiro de alivio.

─¿Una novia?

─Dale pelotudo, te hablo en serio. Cayó literalmente del cielo.

─Bueno bueno para, ¿qué mierda tenes en tu casa?¿La solución de la economía? decime que tenes un ángel y te creo más. ─La broma lo hubiera hecho reír, si no fuera porque el ojete que tuvo su amigo de darle en el blanco justo lo sorprendió más.

Ángel • Farfadream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora