¿Quién lo hubiera imaginado? Él no.
Si hubiera sabido cómo era ella en realidad, todo hubiera sido diferente. Pero en serio, él no hubiera pensado que la pequeña Gia, tan tierna y delicada, fuera tan sexy, controladora y desgarradora al mismo tiempo...
—Impecable —dice Donovan aplaudiendo, sacando a todos del silencio momentáneo que se produce cuando Gia aleja sus dedos de las teclas.
Ella permanece así un segundo, sentada, dándoles la espalda, y mirando fijamente el piano. Suspira. No puede negar que cada parte de su alma se enciende como una inmensa fogata cuando el sonido de aquel instrumento irrumpe violentamente en sus oídos. Su madre era de las mejores músicas que había conocido en su vida, más que reconocida en Amsterdam y toda la zona. Se enorgullece de sí misma al pensar que es casi tan buena como lo fue su madre en su momento.
Por otro lado, tanto Niall como Zayn se encuentran en silencio, pensando para sus adentros lo encantados que se sienten por aquella chica.
Ella se levanta suavemente, voltea a ver a los tres hombres que la miran con una sonrisa, salvo Zayn, que permanece serio, sin saber todavía cómo reaccionar. Larga despacio el aire y finge una sonrisa, cuando en realidad quiere salir corriendo por lo vulnerable y expuesta que se siente.
—Pídele a Elizabeth mi teléfono, irá a la fiesta de Dustin mañana, la verás allí. Martes y jueves, una hora en la mañana, luego podemos venir juntos a la universidad —dice suave y determinante a Niall, quien asiente con la cabeza inmediatamente.
—Sí, por supuesto, allí estaré.
—Sr. Donnovan, Sr. Malik —menciona pausadamente mirando a cada uno. Mantiene una mirada intensa con Zayn un segundo, y luego se retira del salón, dejándolo con la palabra en la boca.
[...]
Se desliza entre las sábanas con cuidado mientras el sol atraviesa las cortinas blancas de su cuarto. Siente el calor del suelo y sonríe encantada con los ojos cerrados. Luego de ir al baño se coloca su bata y camina a su armario. De allí saca ropa mientras piensa, comienza a hacer calor porque se acerca la primavera, pero no lo suficiente. Así que decide vestirse medio informal, semi formal, con un pantalón ancho, un top ajustado, un sweater cortado a la altura del pecho, y botas de tacón. Se maquilla levemente y sonríe frente al espejo.
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Sale de su cuarto contenta. Baja despacio las escaleras, como siempre tomando el pomo del final del barandal para balancearse hacia un costado y caminar hacia la cocina.
Al llegar ve a su padre sentado en la punta de la mesa, en bata, tomando un café y leyendo el periódico. Pero al escucharla llegar baja el papel y la mira por encima de sus gafas, sonriendo.
—Buen día, mi vida, qué temprano —ríe suavemente. Ella se acerca a abrazarlo por el cuello y besar su cabeza.
—Ahora soy una mujer de negocios, papi —contesta con falsa cara altanera.
—Lo veo, querida, lo veo —asegura Charles, animado.
Gia corta un poco de fruta, la pone en un plato y a su vez se prepara un té con canela. Se sienta junto a su padre y desayunan juntos entre charla. Ella le comenta todo acerca de su viaje, y que la semana entrante un chico de su taller irá dos veces por semana para que ella le enseñe piano, algo que a Charles le emociona de sobremanera, no ha escuchado a Gia tocar en bastante tiempo, y saber que algo, o alguien, está logrando que vuelva a suceder, le llena el corazón de alegría.
