¿Quién lo hubiera imaginado? Él no.
Si hubiera sabido cómo era ella en realidad, todo hubiera sido diferente. Pero en serio, él no hubiera pensado que la pequeña Gia, tan tierna y delicada, fuera tan sexy, controladora y desgarradora al mismo tiempo...
Al cerrar la puerta detrás de ella tira sus llaves en la mesita alta que está en la entrada y se encamina al estudio de su padre, para saludar y que sepa que ya llegó a casa. Él la recibe con un abrazo amoroso y duradero. Le comenta que él ya está listo para salir, así que sólo faltaría ella.
—Trataré de no tardar, papá, pero la verdad que no he elegido mi ropa —admite haciendo una mueca.
—Oh, eso no es problema —contesta encogiéndose de hombros. Cuando ella está por salir del estudio, él la frena—. Te he dejado tu regalo sobre la cama.
—Ay, Charlie, no hacía falta —dice mirándolo llena de ternura acercándose nuevamente a él. Charles revolea los ojos divertido.
—Sabes que no podría no regalarte algo —resopla.
—Eres el mejor —dice abrazándolo por la cintura y encogiéndose contra él, quien la abraza de costado.
—Ahora ve, no querrás hacer esperar a tus invitados.
—De acuerdo —acepta separándose para luego salir disparada a su cuarto.
Cuando llega ve que efectivamente hay una caja sobre la cama y está envuelta con una cinta de seda, atada en un moño gigantesco. Ella deshace el nudo y quita la tapa, abriendo la boca con emoción al ver su contenido. Corre a la puerta de la habitación, asoma su cabeza y grita con voz aguda.
—¡Papá, es bellísimo, gracias!
—¡No es nada, mi niña, me alegra que te haya gustado! —Escucha que grita él desde la planta de abajo.
Gia suelta una risita y vuelve a entrar a su cuarto, cerrando la puerta y yendo directo al baño a darse una ducha. Al salir se maquilla y arregla su cabello, haciendo que sus rizos caigan pesados en su espalda. Se despoja de su bata y se viste con lo que Charles le ha regalado, acompañándolo con unos tacones blancos.
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Se mira al espejo de cuerpo entero y sonríe satisfecha. Por un momento su corazón late alocado al reconocer que está más parecida a su madre que nunca. La extraña muchísimo y le encantaría que estuviera presente en esta y cada fiesta de cumpleaños. Suspira nostálgica y sonríe a medias. Decide alejarse del espejo antes de emocionarse de más y arruinar su maquillaje.
