Capítulo 19

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       Aurora está sentada a la diestra del rey, erguida y en silencio

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       Aurora está sentada a la diestra del rey, erguida y en silencio. Las consecuencias de su artimaña, para encubrir la existencia de una fiesta clandestina que se celebra cada inicio de estación, y la implicación de quién más le importa, la tienen bien preocupada. El silencio de la sala es incómodo y permite oír el crujir de las estanterías al estrecharse del frío. Errald tiene la mandíbula tensa, se echa las manos a la cabeza y cierra los ojos, angustiado. Aurora ve los agoniosos minutos pasar despacio, y cuando empieza a dudar de sí misma y del plan, Erik, Dylan y Guideon entran en el despacho a paso ligero.

—Buenos días rey Errald. —Saluda Guideon, agitado y tomando asiento.

Dylan se sienta junto a Aurora, sin saludar, y la mira con desaprobación por estar sentada en el lugar que él siempre ocupa.

—¿Qué ocurre? —Pregunta a Errald, sin apartar los ojos de Aurora.

El rey lo mira, después fija la vista en Erik. Entrecierra los ojos, le turba que su hijo esté tan inquieto.

—Aurora tiene algo que contarnos —la señala con una mano—. Procura no omitir detalle.

La chica inspira hondo, mira de soslayo a su hermano durante unos segundos. Él, con un pestañeo que pasa desapercibido para todos, asiente. Confía en que la cosa saldrá bien. Ella respira hondo, paladea las palabras antes de soltarlas, convenciéndose de que logrará hacerles creer su maquillada verdad.

—Ayer —comienza con voz trémula, mirándose las manos—, cuando todos estabais dormidos, fui a la Sala Consecuencia. El entrenamiento vespertino me dejó picada y sentí la necesidad de dar más de mí, hasta que no pudiera más —levanta la cabeza y establece contacto visual con Guideon. El segundo comandante le resulta más amable que el primero, más fácil de tratar, por lo que imaginar que está hablando con él a solas. La ilusión la ayuda a fluir de manera natural—. Y así lo hice.

»Mi intención es poder llegar a ver las auras grises que hay más allá de Bargesah e incluso ojear el bosque Bowalt y lo que esconde tras él. Pues bien, lo conseguí. Fueron horas de esfuerzo y ganas de abandonar. Forcé mi consecuencia hasta llegar a mi límite, consiguiendo expandirla hasta Kataris. No fue como esperaba, en mitad de la gris y oscura Alyhania aparecieron tres auras, brillantes y moradas. El resplandor me pilló desprevenida, con la guardia baja; fue tan inesperado que me asusté. Perdí la concentración y dejé de ver. Cuando volví a intentarlo ya no estaban...

Aurora recorre con la mirada los trazos del tatuaje que Guideon lleva en la cabeza. Tras soltar aquello siente la lengua ligera, la conciencia pesada, el corazón intranquilo y su lealtad sucia. La mentira la perseguirá y se adentrará en sus sueños recordándole que, pase lo que pase a continuación, es culpa suya.

—Aurora, ¿estás segura? —Pregunta Guideon con tacto, como quien sabe que lo que escucha es verdad y espera que le digan que no lo es, que se trata de una broma de mal gusto—. Lo que acabas de decir es..., es muy grave.

La oscuridad de Alyhania ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora