Alex, en su forma de cuervo, sobrevuela el bosque Bowalt. Hace unos minutos, una chica menuda de cara huesuda, saltándose el toque de queda, ha gritado a pleno pulmón por las calles de Bargesah que un grupo de simpatizantes y malditos vacunados estaban escapando de Alyhania a través de Bowalt. Aurora, la guardia real que rondaba, sin la compañía de Erik porque se encuentra en Melidyanna, se resistía a creerla. De hecho, ha obligado a la chica a echarle el aliento en dos ocasiones por si había bebido más de la cuenta. Al cerciorarse de que estaba sobria, inmediatamente, ha pensado que podría estar frente a alguien con problemas mentales. Con el objetivo de calmar la paranoia de la chica, ha ido con ella a la frontera, ha hablado con el guardia que custodia el acceso y le ha preguntado sobre la afluencia (que debería ser inexistente) de personas que han cruzado en las últimas horas. La respuesta no ha sido lo que esperaba. La rabia se ha apoderado de Aurora y ha gritado a su compañero sin mesura.
—¿¡Te parece normal lo que estás diciendo!?
—Tenían permisos de movilidad...
—Cállate, no quiero escucharte más. Tú —señala a la chica—, ven conmigo. Menudo inútil. —Murmura dejando atrás a su compañero.
Rato después, Aurora recorría el palacete de la Guardia Real dando el aviso como quien grita fuego. Los que tenían la noche libre han saltado de sus camas y se han replegado con inmediatez. El encargado de vigilar la muralla ha adelantado la hora de turno y ha corrido a echar un vistazo. El frente que separa el bosque Sikhary del Bowalt estaba desértico, como de costumbre. Al dar la notificación a sus superiores, estos, se han observado sin pronunciar palabra pero diciéndose mil y una advertencias con la mirada.
Aurora, haciéndose oír en el silencio incómodo de Dylan y Guideon, ha sugerido mandar a Kei entablar conversación con Alex. Los comandantes, dando el visto bueno, llaman a Kei y este, con su particular consecuencia, pide a Alex que vuele más cerca del suelo Bowalt y eche un vistazo al bosque Sikhary. Cuando la chica cuervo estaba a punto de darse por vencida, lista para volar al territorio de los cazadores y después burlarse de Aurora, ha visto por el rabillo del ojo unos movimientos extraños por las hierbas altas. Al descender, un murmuro de voces ha llegado a su fino oído.
—¿Cansados?
—Podría ser peor
Un grupo de personas en fila y con aparente organización estaban cruzando y habían llegado a la mitad del bosque Bowalt. De un graznido silencioso y poderoso, aprovechando la frecuencia que sólo Kei escucha, ha dado la alerta. Mientras los refuerzos llegan ella tiene que impedir que los traidores avancen. Por eso toma la decisión de agitar sus alas con fuerza, desde arriba, oculta entre los frondosos árboles y gruesas ramas, entorpeciendo la marcha de los que intentan escapar.
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Los árboles están agitados, sus ramas chocan entre sí, pero el bosque se encuentra en silencio. Atenea coloca una mano en el suelo y cierra los ojos, quizá su mente y oídos le hayan pasado una mala jugada. La vibración de la tierra es leve pero constante, su instinto le vocifera que eso es señal de que los problemas corren hacia ellos. Atenea levanta la cabeza, la mirada de Leo es lo primero que ve. La cara de su amigo le confirma lo que temía decir en alto.
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La oscuridad de Alyhania ©
Fantasy¿Alguna vez has pensado cómo serías si hubieras podido diseñarte? Elaina, sí. Lo piensa cada vez que se acerca La Vacunación, mientras se ducha, cuando la miran con repulsión y miedo por su condición como maldita. En una sociedad donde Malditos sir...