Elaina sacude el cuerpo y acaricia la piel erizada de sus brazos para calmar el escalofrío. Tal día como hoy, doce años atrás, fue la excepción que hizo cambiar el método del Diagnóstico. El falso negativo de su análisis de sangre, al mezclarla con el mejunje de agua bendita y otros componentes químicos que hacen brotar el gen maldito, tuvo en jaque al reino un par de años. Si no llega a ser por Aurora, la chica que ve el aura de los que son como ella, la situación hubiera desencadenado en una guerra civil similar al Desalojo. Los bandos hubieran estado muy delimitados: los que apoyan y siguen creyendo en el reino y los que no.
Elaina guarda más recuerdos de lo que le gustaría admitir de ese entonces, pese a la corta edad que tenía. Recuerda el cuerpo inconsciente de su madre balanceándose sobre el hombro de Guideon y al Primer Comandante arrastrándola hasta La Demostración. También está la sensación de vacío que se desvaneció para abrir paso al terror. El terror, agobio e impotencia por tener que demostrar una consecuencia que no tenía, porque nunca había experimentado alteraciones en su cuerpo. «¿Es posible ser una maldita sin consecuencia?», seguía preguntándose cada víspera de vacunación.
Recuerda la tensión que se vivió en el reino durante los años venideros. La gente temía viajar de territorio en territorio por las movilizaciones y altercados creados por los desconfiados al reino. La Guardia Real nunca tuvo tanto trabajo, y el Territorio Bargesah nunca vio sus negocios tambalearse de tal forma al evitar hacer el menor número posible de traslados a Kataris (territorio de las fábricas y maquinaria). También recuerda lo duro que fue adaptarse a una casa nueva, a otras normas y un ambiente totalmente diferente. Aquella casa no olía a verduras ni fruta fresca, su olor era artificialmente floral y demasiado intenso, hacía que le picara la nariz y doliera la cabeza. Para colmo de males dejó de ser "la niñita de la casa", pues compartía el hogar y título con un niño de su edad.
Al principio Mat y ella se llevaban fatal. No porque ella fuera una vacunada y él un humano común, sino porque ambos son de carácter fuerte y quieren llevar la razón en todo. Sin embargo, en este caso, los roces y la forma de educar a ambos como iguales hicieron la rozadura perfecta para que se amoldaran el uno al otro.
En ocasiones, Elaina se pregunta qué habría sido de ella si hubiera dado con otra familia. ¿Sería abusada y maltratada? ¿La dejarían estar a sus anchas o la mantendrían encerrada en una habitación bajo llave? Después de haber perdido a su madre y no saber absolutamente nada de su padre, la suerte le sonrió poniendo en su camino a unas buenas personas que han sabido ver el lado humano de una maldita. Elaina encontró por casualidad, y segunda vez, la felicidad. Lo que no sabe es que más adelante tendrá que esforzarse por conseguirla.
—¿Se puede saber de dónde vienes? —Pregunta juntando las cejas y arrugando la frente.
Mat con aire desenfadado y un suéter beige suelto conjuntado con unos vaqueros que resaltan su tono de piel, chocolate puro, la mira con una sonrisa juguetona. Saluda al guardia que vigila el muro fronterizo y cruza hasta el territorio Bargesah.
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La oscuridad de Alyhania ©
Fantasía¿Alguna vez has pensado cómo serías si hubieras podido diseñarte? Elaina, sí. Lo piensa cada vez que se acerca La Vacunación, mientras se ducha, cuando la miran con repulsión y miedo por su condición como maldita. En una sociedad donde Malditos sir...