Mat despierta antes de que el sol traspase las cortinas. Está nervioso, aunque lo disimula bastante bien, por cómo afectará esta vez la vacuna a Elaina. Procura moverse lo mínimo para no despertarla. Gira el cuerpo despacio y queda frente a su hermana. La respiración de Elaina es pausada y su cara está totalmente rejalada. Mat se acurruca y reduce el espacio de cama que ocupa mientras recorre la expresión de Elaina con la mirada.
Después de tanto tiempo conviviendo con ella ha olvidado la sensación de ser hijo único. La llegada de la chica a su vida cambió el rol que desarrollaba en la familia, y su carácter. Al principio sentía el gusano del miedo, por ser sustituido, pero se transformó en mariposa con paciencia y cariño. Ahora, aunque también siente miedo, es distinto. Teme que sufra por su condición y leyes impuestas a ella innecesariamente. ¿Por qué la vacuna tiene que ser tan invasiva con el paso de los años? Recuerda que al principio Elaina no sentía efectos secundarios y que después empezó a notar pequeños malestares generales. ¿Por qué Elaina tiene que someterse a vacunas anuales si la ve como una igual? Él no ve ni siente que haya algo malo en el interior de su hermana. Mat no ve nada maldito ni peligroso en ella. ¿Cómo podría hacérselo entender a los de arriba si ni quiera está seguro de que sus vecinos lo entiendan? Como hermano mayor, cree que está en la obligación de abrirle camino a Elaina y hacérselo más fácil. Pero la cuestión es ¿cómo? Ruby y Naím han tenido esa conversación con él tantas veces que ha perdido la cuenta. Le han dicho, por activa y por pasiva, que hay ciertas cosas que no están en su mano y la situación de Elaina es una de ellas. Sin embargo, la terquedad de Mat no le dejará dormir tranquilo hasta que llegue el día en que logre su propósito.
La luz del sol comienza a hacerse más fuerte, ilumina la habitación obligándole a entornar los ojos. No quiere despertar a Elaina, quiere dejarla ser una chica ordinaria un rato más.
—Buenos días —saluda Naím abriendo despacio la puerta.
Mat levanta levemente la cabeza y se lleva el dedo índice a los labios.
—Buenos días papá —gesticula con los labios sin emitir sonido.
Naím levanta la vista por encima del cuerpo de Elaina. Después mira a su hijo.
—Tenéis que levantaros, hoy es día de vacunación.
El chico intenta cortar las palabras de su padre, separa la cabeza de la almohada y niega, pero este levanta un dedo y prosigue:
—Mat, si no acude a vacunarse las consecuencias serán terribles.
—Pero... —susurra levantando parte del tronco del colchón.
—Pero nada. ¿Sabes lo que ocurriría?
A modo de respuesta Naím junta las muñecas y forma una cruz con ellas.
Mat observa el gesto de su padre, aprieta los puños bajo la sábana y asiente resignado. Naím suspira compungido, murmura un "daos prisa" y cierra de nuevo la puerta. Cada año se le hace más cuesta arriba ver cómo la vacuna afecta a Elaina y cómo Mat permanece a su lado sin pegar ojo, pero es mejor así que tenerla entre rejas.
ESTÁS LEYENDO
La oscuridad de Alyhania ©
Fantasía¿Alguna vez has pensado cómo serías si hubieras podido diseñarte? Elaina, sí. Lo piensa cada vez que se acerca La Vacunación, mientras se ducha, cuando la miran con repulsión y miedo por su condición como maldita. En una sociedad donde Malditos sir...