Alen cruzó una mirada con John y arrugó el entrecejo. Le agradecía sobremanera que permaneciera unos días más en la empresa y John había aceptado gustoso, para ponerlo al tanto de todos los contratos pendientes. La semana siguiente, partiría a Estados Unidos, para la apertura de otra agencia en ese lugar. El tío de Alen le había encomendado dicha tarea y John nunca dudó en emigrar a América con toda su familia. En ese momento, él echaba un vistazo a su reloj de pulsera.
−No había faltado tanto como ahora y menos sin justificación alguna. Bethany...Bethany Scott –John se recargó en la silla y lanzó otra mirada a Alen− Por lo general es muy responsable. Ella sabe perfectamente que la entrega de las campañas publicitarias, está muy próxima.
−Debe ser algo importante. –expresó Alen, con tono preocupado.
−Lo más seguro es que sí. Te repito, ella nunca ha faltado sin avisar antes.
−Le llamaré a su casa. –dijo de pronto, Alen.
John enarcó una ceja y sonrió significativamente a Alen. Él solo se limitó a tomar su celular e hizo la llamada, ignorando la mirada inquisitiva de John.
−No contesta. Tendré que ir a buscarla. Si como dices, nunca hace esto, tal vez esté en problemas.
Se hizo un silencio.
−Ella es especial, o... ¿Me equivoco?
Alen miró fijamente a John y después asintió sin tapujos. Su relación con Bethany la consideraba muy importante y no le importaba lo que los demás pensaran. La ética laboral le valía un rábano.
−Bethany es una mujer muy valiosa. –respondió con firmeza.
John asintió.
−Así es. –Él hizo un mohín− Te deseo buena suerte con ella.
Alen esbozó una sonrisa y se puso de pie, lanzándole una última mirada, antes de dirigirse a la salida.
−Gracias, aunque no la necesito.
Él sabía que no era cuestión de suerte. Era cuestión de querer conocer a Bethany, de demostrarle un interés genuino por saber qué es lo que le sucedía, para poder ayudarla. Alen estaba seguro que la mayoría de la gente vivía superficialmente, sin preocuparse por nadie realmente. Él no era así. Él quería ser parte de la vida de Bethany y sabía que la clave era indagar qué era lo que realmente le estaba afectando y ofrecerle su apoyo incondicional. Quería amarla sin que hubiera ningún secreto entre los dos. Tampoco quería mentiras, ni apariencias, que irremediablemente llevaban a vivir en la hipocresía, como había ocurrido en su matrimonio.
Su ex esposa era una mujer introvertida que nunca le dejó conocer sus sentimientos. Alen no sabía qué pensaba, qué deseaba en la vida, cuáles eran sus anhelos y sus miedos. Y cuando quiso salvar su relación, le fue imposible. Ella había tomado la decisión y para colmo, lo había culpado. Alen asumió su responsabilidad...y ¿Cuál había sido su culpa? Haberse rendido en el intento de querer conocerla, después...ya era demasiado tarde. Eso no le pasaría con Bethany. De eso estaba convencido.
Quería estar ahí...quería estar cuando ella lo necesitara por siempre. Pretendía ser su brazo derecho y ¿Por qué no?...su paño de lágrimas. Él la quería conocer a fondo. Bethany era una mujer hermosa, con virtudes y defectos como todo el mundo. No quería dejarla sola. No quería que ella sufriera en solitario, porque él estaría a su lado.
Alen conducía rápido, aunque con precaución hacia la casa de Bethany. Maniobraba con el teléfono y marcaba al celular de ella. Seguía sin contestar. No quería hacer caso al presentimiento de que algo andaba muy mal, pero era inevitable. Cuando llegó, salió de inmediato y caminó hacia la entrada con paso veloz, pero de pronto, algo llamó su atención. Un hombre alto y rubio, estaba del otro lado de la calle y miraba precisamente hacia el piso de Bethany.
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EL PRINCIPE DEL DESEO
Mistério / SuspenseBethany Scott es una publicista londinense, dedicada en cuerpo y alma a su trabajo, ya que debido a su traumático divorcio, está empeñada en no comenzar ninguna relación sentimental con ningún hombre. Su único objetivo es el de conseguir el cargo d...