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Harukohizo una mueca al ver qué el chico no la soltaba de los brazos.
— Bueno ya sabes mi nombre, podrías soltarme .—tiro de su brazos intentando soltarse.
— Ah, si claro —la soltó, Haruko suspiro tallando su antebrazo evitando no mirarlo a los ojos.
El ambiente era incómodo, y más para la azabache al ser de baja estatura parecía una niña a su lado. Haruko comenzó a jugar con un mechón de su cabello, evitando la mirada curiosa del sagitario.
— ¿Y eres nueva por aquí? —pregunto rompiendo el ambiente de tensión.
— Sí llevo aquí unas semanas. Nunca había salido de la casa de piscis, sin el señor Albafica .—explico sin verlo a los ojos.
— Espera un momento... ¿Vives con Albafica? —interrogo un tanto sorprendido. Nadie se atrevía acercarse a ese caballero, por su sangre venenosa pero ella. Estaba bien, estaba viva.
— Sí el es mi mentor soy una especie de aprendiz o algo así .—suspiro un tanto cansada.
— No te había visto antes.
— Digo lo mismo de ti, Señor Sísifo.
— No me digas señor. No nos llevamos tantos años, además es un tanto incómodo .—miro a la menor que evitaba su mirada—. ¿Porqué no me miras a los ojos?.
— Es vergonzoso, mirarlo. No había tenido una conversación tan larga que no fuera con el señor Albafica .—explico la azabache.
Sísifo sonrió—. Hay una primera vez para todo ¿no? Yo considero que tus ojos son bellos —Haruko lo vió confundida—. Seamos amigos ¿te parece?
— ¿Amigos? ¿Qué es un amigo? — preguntó.
— Bueno un amigo es una persona. Que está ahí para ti es las buenas y en las malas .—aclaro extendiendo su meñique a la menor—. Si somos amigos nunca te abandonaré ni en las buenas ni en las malas. Es una promesa.
— ¿Porqué extiendes tu meñique?
El castaño claro sonrió—. Es una promesa de meñique, no funciona si tú no haces lo mismo.
La azabache extendió su meñique de su mano izquierda. Enredandolo con el del caballero quien sonrió amplió.
✿ 🌙 人
— Creó que ya debo volver el señor Albafica. Ya a de estar debe estar de regreso —miro como el cielo empezó a oscurecer—. Fue un placer conocerte Sísifo.
Se dió vuelta dispuesta a irse, pero el caballero la tomo de la muñeca.
— Espera no te vayas .—dijo en tono de súplica.
— Lo siento Sísifo mi maestro se enojará si no me encuentra .—hablo tranquila, esperando a que la soltara.
— Déjame acompañarte, porfavor de todos modos tengo que ir a mi templo. —hablo el chico—. Tu compañía es agradable, quiero seguir contigo.
— Está bien andando —es un movimiento rápido. Se soltó de su agarre para tomarlo de la mano, e irse corriendo.
Tal vez era la luna o las estrellas, pero hacían que la cabellera de la infante. Brillará con algo peculiar pues su cabello se podían reflejar las estrellas pareciendo que el espacio estuviera sobre ella. Sísifo abrió los ojos impresionado, no había visto algo igual.
Quién era está niña de mirada oceánica y cabello tan oscuro como la noche misma. No lo sabía pero algo dentro de él le hizo saber, que no la dejaría sola aunque fuera lo último que hiciera en su vida.
