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Hay el día de los enamorados, esa bonita fecha en el que Eros baja del cielo para flechar a los mortales con sus mágicas flechas y unirlos de por vida. Era realmente magnífico si era con la persona que amabas. Ya había pasado 1 año de la estadía de Haruko en el santuario y sería la primera vez que estaría en esta mágica fecha.

Muchos tenían con quién pasar estás fechas, otros recordaban a los amores que ya no estaban con ellos. Para los caballeros solo era un día más tal vez una fecha donde había más desamor.

Pero esté año era diferente para Sísifo, ya que si tenía un amor pero todavía no le era correspondido. Así es se trataba de la niña misteriosa que llegó al santuario Haruko la protegida de Albafica de Piscis.

El castaño claro soltó un suspiro retenido al ver la rosa blanca que tenía en su mano derecha donde traía puesto su brazalete. No quería regarle una roja de seguro con Albafica ya había visto muchas, pero una rosa blanca no era tan común por esos rumbos, eran bella y delicada, simbolizando el amor puro  como el que sentía hacía ella. Ya no la veía no la veía como una amiga eso le quedó claro.

— Escuchaste como Satorou, le propuso a Haruko. Ser su novia pero ella lo rechazo. —dijo una amazona a su compañera, pasando aún lado del sagitario—. Me siento mal por el, se vió que le puso esmeró en conseguir ese regalo.

— Tienes razón los jades no son comunes por aquí —se encogió en hombros—. Esa niña tiene mucho más pretendientes que yo.

— ¿Has visto su rostro sin la máscara? Algunos la vieron hace un tiempo. Dicen que sus rasgos pueden ser comparados, con los de una diosa —contesto la contraria en un suspiro. Las dos amazonas se alejaron del alcance de Sísifo.

Paso una mano por su cabello frustrado. Si ella había rechazado un regalo así, que le esperaba a él con una simple rosa blanca. Todavía estaba a tiempo de arrojar la toalla y volver.

✿ 🌙 人⁠ 

— ¿Eres toda una rompe corazones, pequeña mariposa? —rio Kardia al ver el rostro de la menor, quién no se llevaba su máscara. Tenía una mueca de repulsión—. ¿Prefieres amarme a mi, por dejarme ver tu rostro?

— Que te deje ver mi rostro, ni significa que te amaré. —suspiro cansada era la quinta que se lo decía.

— ¿Y que se siente volver de la Reina Muerte? —pregunto mientras mordía una manzana, mirándola esperando su respuesta.

— En los días que estuve, en esa isla todos eran tan desalmados. El maestro Kekkei, estaba un poco mal de la cabeza —dijo recordando la vez que la aventó contra una roca—. Sus métodos son algo extremos pero no lo juzgo.

— Oye niña deja de hacer eso.

— ¿Hacer qué? —interrogo confundida.

— Esa fé que tienes en los humanos. Cómo si pudieras cambiarlos .—refuño votando el corazón de manzano.

— Yo creo que los humanos son ingenuos. Pero el amor que se tienen unos a otros lo compensa .—un ligero brillo pasó por su ojos oceánicos.

Kardia estaba apunto de refutar su argumento. Pero una presencia conocida le hizo guardar silencio.

— ¡Señor Dohko, volvió de su misión pronto! —exclamo la menor lanzándose hacía el caballero. Que apenas y había llegado a las gradas del Coliseo.

— Pequeña Haru —acaricio su mejilla con ternura. Poniendo con su otra mano algo en su cabeza—. Es un recuerdo de mi misión, lo ví y me recordó a ti.

La azabache tocó su cabeza, para tomar aquél objetó. Y verlo a detalle era una de esas máscaras japonesas que había visto una vez en un libro. Esta era como un gato blanco, con flores azules en su mejillas.

— ¡Gracias de verdad!

— Es una muestra de amistad. De aquella vez que me entregaste aquél bonito ramo de lirios .—sonrió sincero.

✿ 🌙 人⁠ 



La luna comenzó a asomarse entre los bellos cielos. Haruko caminaba con una mano detrás de su nuca, tendría que subir muchos escalones para llegar con su mentor.

— Haru ¿tienes un momento? —pregunto Sísifo deteniendo el andar de la menor.

La mirada le joven caballero se posó. A un costado de la cabeza de la azabache que llevaba, de un lado la máscara que le había regalado Dohko. Su corazón se estrujó si ella lo había aceptado. Significaba que el caballero de Libra le importaba, o porque se lo habría aceptado. De todas formas no podía vivir un minuto más sin decirle cuánto la quería.

— ¿Qué sucede, Sísifo?

— Durante un largo tiempo tu y yo hemos sido amigos —hablo tratando de no tropezar con sus palabras—. A lo que quiero llegar es qué, eres la única luz que ilumina mi existencia. La razón del porque estar aquí no lo comprendía hasta aquel día que, nos conocimos en el Coliseo —le mostró una rosa blanca frente a ella—. Se que eres menor que yo. Pero no me importaría esperarte

Iba a continuar con su discurso, cuando de repente. Haruko la lo estaba abrazando ocultando su rostro en el pecho de Sísifo.

— Tu también me gustas, y mucho Sísifo.

Así concluía otro día de los enamorados en el santuario. Pero al menos un caballero dorado, ya no estaría solo.

𝐂𝐎𝐒𝐌𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑; Sísifo de SagitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora