Capítulo 27

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Mi mirada siguió con detenimiento los hilos rojos que conectaban los puntos de una maraña de información sobre una pizarra en la oficina de Jack. La misma maraña que yo me había encargado de tejer a lo largo de todos esos meses ahora estaba físicamente frente a mí.

Cada tachuela, estaba acompañada de distintas fotos, notas y papeles, representando un evento catastrófico que conducía a otro y a otro; desde la bomba en comisaría hasta el último atentado contra los tres agentes, y justo en el centro de todo, había una borrosa pero evidente fotografía de Calaca en una de sus reuniones. Batallé para no lucir intimidada, aparentando no buscarme en cada una de las imagenes.

– Sí, las ratas por fin salen de su ratonera... – habló Jack, a mi espalda. Lo encaré, helada.

A días después del funeral, las cosas en el CNP se habían puesto serias y estaba claro que él había dejado todo el sentimiento de luto a un lado para meterse de lleno en la investigación. Las bolsas bajo sus ojos, la camisa arrugada arremangada hasta los codos y la corbata suelta eran pruebas del trabajo que cosechó esos días: la obra de Calaca vista desde su perspectiva.

– Tuve que empezar de cero, volver al principio. Muchas cosas aún no cuadraban. Y después de recabar mucha información, pude dar con las identidades de algunos miembros de la mafia del calavera.

Escuché eso a la par que estudié una de las fotografías. Mostraban a algunos trabajadores del taller mecánico reunidos en su lugar de trabajo, otra del jefe recibiendo un paquete a la entrada del taller.

– Ese es Armando, el jefe de los mecánicos. Dentro de la organización le conocen como "Nadando" – explicó Jack, mientras mi corazón aceleraba su ritmo. Se acercó y apuntó con su dedo esa misma imagen – Aquí, al lado, está otro miembro de la mafia, Manolo Fernández, dentro de la organización es "Evo". Y este es...

– Emilio – terminé por él, al reconocerlo. Jack asintió.

– Sí, por eso encontró su lugar tan rápido en los mecánicos el cabrón, le dicen "Diablo". Y el que no he encontrado aún, el maldito que me tendió la trampa en el puente, Yun Kalahari.

Debajo había un retrato a lápiz del sujeto pelirrojo que había apaleado a Jack aquel día.

– No puedo creer que caí con esa mierda. "Ah, soy suicida, la vida ya no tiene sentido..." – imitó una voz distinta –. ¡Que hijo de puta!

Di una palmada a sus costados de coraje. Lo observé, él estaba demasiado absuelto en sus ideas para notar mi asombro.

– Jade, esto es serio. Se acabaron los putos juegos. Estos son los cabrones que se cargaron a mis hombres y no voy a dejar que el calavera toque a ninguno más – caminó de un lado a otro, errático.

– ¿Y por qué no los arrestas?

– No, aún no. Ellos son cautelosos, planean sus golpes y aciertan, pero ahora es mi turno, y yo también estoy preparando el mío.

Volví a la pizarra, queriendo descifrar el caos que solo hacía sentido en la cabeza de Jack. Analicé esas mismas fotos de Calaca y cuando me encontré en una de ellas casi me voy para atrás. Yo llevaba una máscara, así que no se me podía reconocer, pero me di cuenta que fue el día que Gustabo y Horacio se presentaron por primera vez al grupo.

– Sí, el Calavera cree que me voy a quedar de brazos cruzados, pero no... Lo voy a buscar hasta por debajo de las putas piedras.

Otra tachuela llamó mi atención. Una fotografía de Manolo, al lado de una del antiguo subinspector Brown. Una nota escrita a mano decía "Paliza de Manolo a Brown, matones involucrados".

SEMPER FIDELIS [SpainRP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora