Capítulo 30

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Una campana tintineo al salir del badulake. Los letreros de la ciudad ya se mostraban brillantes ante el cielo gris, a punto de oscurecer. Abrí la cajetilla de cigarros y encendí uno, observando algunos coches que pasaban en la vía mientras se consumía entre mis dedos.

Desde hacía días el mismo pensamiento no abandonaba mi mente: Esas siglas marcadas en el metal del arma del Calavera. R. S. Roy Smith, la antigua fotografía de Jack y su compañero de los marines. No podía ser una coincidencia, en el juego retorcido de Calaca no existían las coincidencias.

Era él, tenía que serlo. Sin embargo, solo había destapado lo obvio, faltaba la historia detrás, una lo suficientemente terrible como para orillar a mi jefe a acabar por completo con la vida de Jack. El humo abandonó mis labios entreabiertos, a la par que recordaba la imagen del cadaver de Brown.

Lo único bueno, era que las declaraciones de Brown habían sido suficientes para que la organización se diera cuenta en la trampa que había caído. Gustabo y Horacio eran unos topos, y no sabía cuales eran los planes de Calaca, pero yo ansiaba que esos dos ya estuvieran muertos igual que Brown.

El móvil vibró en la bolsa de mi pantalón,
la pantalla alumbrada con un número desconocido. Contesté automáticamente:
– ¿Si?

– Jade.

No supe de dónde venía el alivio al escuchar a Jack.
– Hola.

– Hola – su voz era reconfortante –. No he sabido nada de ti estos días.

– Ni yo de ti.

– He estado ocupado, la investigación ha seguido y no he podido detenerme, pero quería llamarte para decirte que el forense vino a atestiguar hace unos días. Afirmó que la sospechosa en custodia fue la que robó las evidencias. Va de camino a la federal.

Le di una profunda inhalación al tabaco. No estaba completamente satisfecha con el hecho de que Víbora se fuera a la drena por mí, pero estaba segura de que Calaca lo arreglaría.
– Vale.

Una respiración se escuchó del otro lado de la línea.
– Jade, yo... Mierda no sé cómo decir esto. No quise perder el control el otro día, es obvio el estrés no me deja pensar con claridad, y sé qué actúe como un lunático... Lo lamento. La chica embarazada que estaba con Los Verdes, ahora mismo está recluida en prisión con atención médica, no la toqué.

– Jack, no tienes qué...

– Sí, sí tengo qué. Me equivoqué, Jade. Tú no me juzgaste por mi pasado, yo tampoco debo juzgarte por el tuyo.

Dejé que las palabras se asentaran un segundo en el aire. 
– Está bien. No te preocupes.

– Espero que sepas que me vas ayudado mucho, de verdad, todo lo que has hecho significa mucho para mí... es decir, para la investigación.

Me fijé en un auto que rodó más lento de lo usual frente al badulake, un Lincoln de color negro. Quizá no era nada, pero mi paranoia me obligó a seguirlo con la mirada, intentando divisar al conductor.

– ¿Sigues ahí? – me preguntó Jack.

Despabilé.
– Sí, sí. Sigo aquí.

El misterioso auto había seguido su rumbo, así que caminé por la acera.

– Estaba pensando, si quieres, podríamos salir juntos, a comer algo – propuso.

– Sí – una sonrisa se formó en mi rostro – eso estaría bien.

– De acuerdo. ¿Te gusta la comida italiana?

– No. Solo la mexicana.

Soltó una risa.
– Joder, a mi también.

SEMPER FIDELIS [SpainRP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora