—¿A-cheng? ¿Estas bien?
Jiang Cheng asintió observando aun las semillas de loto que su hermana había pelado para él, pero aun no había manera de poder explicar lo que la escena se recreaba frente a él. Sus padres discutiendo temas banales, y su hermana sonriendo como si lo único que podía importar era verle comer. Era demasiado incomodo tener su completa atención de regreso.
—¿Por qué no comes? —preguntó su madre, dándole una mirada severa, una que sorprendente no lo hizo temblar como en el pasado, solo lo hizo sentirse cansado, pero no dudó en sostenerle la mirada, cosa que pareció molestarla aun más, al verla apretar sus labios.
—Comí suficiente, madre.
—Es verdad, madre. Recuerda que aun se está recuperando —intervino Yanli, evitando que su madre fuera a reprenderlo.
—Mi señora, dejemos que descanse, el médico dijo que no lo presionáramos.
En lo que su padre y hermana trataban de calmar el enojo inicial de su madre, Jiang Cheng se levantó de su lugar, se inclinó como despedida, salió del salón. A sus ojos todo parecía ser una gran ilusión o el perfecto sueño en el que había sido inducido, era extraño saber que sus padres estaban con vida, y que las discusiones fueran parte de su vida de vuelta. Arrugó su expresión. Podía recordar todo por completo, y sabía que era gracias a él. Se detuvo frente al campo de entrenamiento que estaba siendo ocupado por los discípulos. Se cruzó de brazos, recargándose sobre uno de las pilastras de piedra.
El cuerpo de esos hombres colgando sobre los muros de piedras, mientras las personas solo miraban horrorizadas como su sangre iba cayendo. Poco le importaba si lo llamaban sádico o lo categorizaban de lo peor, había hecho la justicia suficiente contra las personas que hicieron daño a su hogar, quizás pudo ser peor, pero era una simple advertencia contra los demás.
Fue entonces cuando el cielo pareció estar de acuerdo con él, cuando gota por gota, las personas se fueron a ocultando a gritos de horror, y la lluvia carmesí cubrió Lanling Jin.
—Impresionante —escuchó a su lado, la voz de un hombre que se cubrió de la lluvia con su paragua de papel, y observaba hacia los muros—. Una idea única viniendo de ti.
—Fui compasivo.
—Creí que serían él quien terminaría tomando justicia por sus manos.
—¿De quién hablas? —preguntó, volteando a verlo, era alto para su molestia, pero solo notó como el hombre con un ojo parchado se encogió de hombros, guardándose otra vez lo que sabia. Jiang Cheng suspiró, regresando la mirada a la pesada lluvia—. Wei Ying necesitó tu ayuda.
—Lo sé, y siento no haber estado presente.
Jiang Cheng notó como apretó el agarre del paraguas, aunque quisiera aparentar calma—. Discúlpate con ella si la vez, Hua Cheng —el mencionado solo negó y sacó de su bolsillo el dado similar con lo que Wei ying jugaba.
—¿Quieres jugar? Líder Jiang tienes mejor suerte que ella. Sabes... interferir en el mundo humano no es algo que tengamos permitido... no del todo.
—Hablas demasiado, eso ya lo sé. ¿A qué quieres llegar?
Hua Cheng cerró su paragua en lo que rio suavemente—. Una oportunidad, lo que apuestes será lo que obtendrás. ¿Quieres intentarlo?
—¿Ganarle a la calamidad con mayor suerte? —Hua Cheng se encogió de hombros, por lo que negó en su dirección, odiaba cuando él hablaba de esa manera. Wei Ying siempre mencionó que había que tener cuidado.
Si crees que perderás dile que lo acusarás con Xie-gege. ¡Siempre funciona!
—¿Aceptas?
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El Loto y La Luna; ChengXianFem!
FanfictionPerdió lo que más amaba en manos de otros, y el querer venganza suena poco para todo lo que paso su familia. Jiang Wanyin quiere una oportunidad, y él no duda en dársela, con la única opción de que la proteja. Wei Wuxian es el todo, y él cumpliría...