Capítulo 9: '𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎 𝑜𝑝𝑜𝑟𝑡𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...'

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A la mañana siguiente Wei Ying despertó antes del alba, desbordante de energía como de costumbre. Sacudió a Jiang Cheng para espabilarlo.

—¡Arriba, dormilón! ¡Se nos va a hacer tarde!

Jiang Cheng gruñó y se tapó el rostro con la almohada, ganándose un almohadonazo de parte de ella.

—Cinco minutos más... —masculló adormilado.

Pero Wei Ying no aceptaba un no como respuesta. Lo jaló de un pie hasta tirarlo de la cama ante sus protestas.

—El último en llegar al arroyo tendrá que cargar el equipaje solo —lo retó antes de salir corriendo.

Eso terminó de despejarlo. Se lavó la cara a toda prisa y salió tras ella, bajando las escaleras de dos en dos. Al pasar junto a los padres de Wei Ying estos negaron divertidos ante sus energías matutinas.

Jiang Cheng llegó resoplando al arroyo, doblándose sobre sus rodillas para recuperar el aliento. Buscó a Wei Ying con la mirada y la encontró dentro del agua saludándolo alegremente.

—¡El último como siempre! Ahora tendrás que cargar todo tú solo —se burló, sacándole la lengua.

Jiang Cheng entrecerró los ojos con una sonrisa maliciosa. Si eso quería guerra, la tendría. Se quitó las botas y la túnica exterior antes de lanzarse tras ella entre grandes chapoteos.

Wei Ying chilló y trató de escapar, pero él fue más rápido y la atrapó rodeándola con sus brazos. Forcejearon entre risas hasta caer juntos, empapándose mutuamente.

Pasaron un buen rato más refrescándose antes de regresar. Ayudaron a cargar el equipaje y a asegurar bien las provisiones mientras los padres de Wei Ying enganchaban los caballos

El viaje prosiguió entre pintorescos paisajes de verdes colinas salpicadas de flores silvestres. A veces se cruzaban con otros viajeros que los saludaban amablemente al pasar. Otras veces veían ciervos o ardillas espiándolos curiosos entre los matorrales antes de escabullirse.

Al caer la tarde el cielo comenzó a nublarse. Una tormenta se avecinaba, por lo que los Wei decidieron buscar un lugar para pasar la noche.

A lo lejos divisaron las ruinas de lo que parecía un antiguo templo, medio derruido y invadido por la vegetación. El lugar era seguro para guarecerse así que dirigieron allí sus pasos.

Una vez que aseguraron el carromato y soltaron a los caballos a pastar, los cuatro se dispusieron a explorar el misterioso sitio. Gran parte del techo había colapsado, dejando crecer un frondoso árbol en el centro de la sala principal. Había algunos altares laterales aún en pie, cubiertos de musgo y enredaderas.

Wei Ying correteaba de un lado a otro completamente fascinada, inspeccionando cada rincón como si esperara descubrir algún tesoro perdido. Jiang Cheng la seguía indulgente, sujetando una linterna para iluminarle el camino en la creciente oscuridad.

Los truenos retumbaban cada vez más cerca, por lo que finalmente se retiraron al carromato. Las primeras gotas comenzaron a caer justo cuando terminaban de guarecerse.

Wei Changze y Cangse Sanren tomaron té y galletas mientras observaban la cortina de agua desplegarse ante ellos. Wei Ying estaba recostada sobre algunos almohadones, abrazando sus rodillas con la mirada perdida. Jiang Cheng se le acercó y la cubrió con una manta.

—Pareces pensativa... ¿en qué piensas? —le preguntó en voz baja para no molestar a sus padres.

Wei Ying se volteó a verlo con una sonrisa.

—Solo imaginaba cómo habrá sido este sitio antiguamente... los monjes caminando por estos pasillos, las oraciones resonando bajo estas bóvedas centenarias... debe haber estado lleno de tanta vida y energía. Es una lástima verlo así de desolado, como un cascarón abandonado —suspiró con nostalgia—. Ojalá pudiéramos devolverle su antiguo esplendor.

El Loto y La Luna; ChengXianFem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora