Seduciendo al destino (TERMINADA) - Copyrighted

EPÍLOGO + GANADORA DEL SORTEO

Hola, gente, gracias por haberme acompañado en esta historia. Les dejo el epílogo. Al final, la ganadora del ejemplar en papel. Necesito que me contacte a mi correo señalado en la publicidad para coordinar la entrega. Si no recibo tu mensaje en los próximos 7 días, volveré a sortear el libro entre las otras participantes. 

--------------PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE LA OBRA. PENALIDAD DE JUICIO EN UNA CORTE DE JUSTICIA PARA QUIENES INCURRAN EN EL PLAGIO DE ESTA HISTORIA "SEDUCIENDO AL DESTINO". COPYRIGHTED KRISTEL RALSTON---------------------

Seis años después.

La Casa Azul.

McCall, Idaho. Estados Unidos.

—¡Mami! ¡Mami! Buno se llevó mi fugete dojo. El fugete es mío.

Josie se rio y fue hasta la alfombra donde estaba su hija de cuatro años.

El juguete favorito de Emma era un vasito de caucho color rojo que le gustaba morder. La niña nació con los ojos color miel de su padre y los cabellos negros de su madre. No solo era una pícara traviesa, sino también la luz de los ojos de Tyler. El hombre era un padre excepcional y ayudaba en la crianza de Emma por más ocupado que estuviera o cansado que llegara del trabajo.

Los doctores Tremont y Parker habían decidido vender la clínica. Tyler les hizo una oferta económica. Ahora, el doctor Keegan era el nuevo propietario de Happy Sneeze. Sus clientes estaban satisfechos, porque tenía mucha experiencia, un gran equipo profesional y un staff eficiente comandado por Moira. Tyler trataba de equilibrar su vida laboral con el tiempo que dedicaba a su familia, porque para él no existía nada más importante que lo que había construido con su esposa.

Josie tomó en brazos a su hija y salió del estudio.

Su oficina particular tenía una vista hermosa que daba al lago que bañaba la ensenada de Pilgrim. Esa casa era su sueño hecho realidad, pero ahora que tenía una familia propia el sentimiento de alegría era doble. Con el paso del tiempo, la necesidad de Josie de revisar la seguridad de la casa tres o cuatro veces, cada ocasión, había remitido, porque ahora compartía esa responsabilidad con Tyler. Estaba a salvo.

Años atrás, en lugar de que la contactara su corredora de bienes raíces, Josie recibió la llamada directa de Ernest Callihan. El hombre le dijo que, entre los interesados para comprar la Casa Azul, la única que siempre y de verdad la quiso fue ella, así que, con la condición de que no la demoliera, aceptó vendérsela.

Apenas tuvo el título de propiedad en las manos, Josie empezó a trazar los planos para restaurarla. Pasaba los fines de semana con Tyler y con Bruno supervisando los trabajos de remodelación, ellos ayudaban dando sus opiniones, aunque la mayor parte del tiempo la sacaban de la construcción para ir a comer.

Su relación con Bruno se afianzó con rapidez. El niño encontró en ella un refugio para expandir su creatividad, cariño incondicional, además de lograr un balance entre la disciplina de su padre y la forma en que Josie lo hacía reflexionar sobre sus equivocaciones para que mejorara. Fue Bruno quien puso nombre a los tres cachorritos que Mocca dio a luz: Jar, Pilot y Wind. Ahora, los tres pillines hacían desastres en el patio de la Casa Azul junto a su madre que ya estaba algo viejita.

—Hablaremos con Bruno y le vamos a decir que te devuelva tu juguete rojo, mi vida, pero ahora tenemos que dormir —dijo, mientras la acostaba.

El dichoso juguete con el que su hija tenía fijación estaba en la basura, porque esa mañana Josie se olvidó de guardar los juguetes en el cajón de plástico. Mocca entró al cuarto infantil y mordisqueó el juguete hasta dejarlo en mal estado, así que no hubo otra opción que deshacerse de él. Como Bruno siempre estaba alrededor haciéndole carantoñas o a veces era el encargado de ver películas con Emma, la niña solía echarle la culpa de todo. Era una dinámica muy graciosa.