PRÓLOGO

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El viaje de casi catorce horas en automóvil, desde su natal Colorado hasta Idaho, lo había hecho con música de fondo para evitar enloquecer con el silencio, roto tan solo por las paradas para comer o ir al baño. Esa mudanza implicó para Tyler dejar amigos, fiestas, mujeres, así como también su práctica profesional particular como veterinario, pero él era consciente de que marcharse era el único modo de dejar atrás un palmarés familiar de recuerdos amargos.

A los trece años de edad, sus padres fueron asesinados en un tiroteo en las afueras de Denver, y como no tenían relación con más miembros de la familia, fue la hermana de Tyler, Patsy, la que asumió el cuidado de su hermano. Peleas iban y venían entre ambos, pero al menos él sabía que estudiar una carrera con su beca deportiva era factible. Se esforzó toda la secundaria hasta que logró los méritos necesarios para lograr ese objetivo. Mientras él absorbía como una esponja todos los conocimientos en la universidad, se pagaba su habitación en un piso compartido con otros estudiantes con un trabajo de medio tiempo, Patsy (que era nueve años mayor a él), trabajaba de camarera y daba clases de canto en una escuela de música.

La vida de ambos parecía relativamente normal, al menos hasta que Tyler, varios meses después de graduarse como veterinario, descubrió que Patsy estaba enganchada a la cocaína. Entre mantener un empleo, pagar los gastos de la habitación que rentaba y correr en ayuda de Patsy, cuando ella estaba inconsciente en algún punto de la ciudad, lo único que le daba sosiego a Tyler eran las noches en que podía tener sexo con la mujer que estuviese dispuesta. Su cuerpo atlético, así como el rostro atractivo de labios pecaminosos, era un imán para las mujeres, y él no despreciaba un buen polvo. No le interesaban las complicaciones: así como follaba con sus amantes, las dejaba. Eso no había cambiado con el transcurso de los años.

Las pocas memorias que tenía Tyler de haber vivido con la certeza de que su hermana estaba libre de drogas o alcohol pertenecían al tiempo en que ambos eran adolescentes, y también a los meses en que Patsy estuvo embarazada y dando de lactar. Por esos recuerdos, Tyler no dudaba de que ella había adorado al pequeño Bruno cuando este nació a los siete meses de gestación, pero no lo suficiente como para dejar el vicio o recordar que debía cuidar al bebé, en lugar de largarse de fiesta; tampoco fue suficiente que Tyler le rogara que fuese a una clínica de desintoxicación.

Varios años fueron los que estuvieron plagados de promesas rotas, así como Tyler creyendo una y otra vez los propósitos de enmienda de Patsy. Los corazones que Patsy dejó en el camino eran varios, incluido el de Bruno, que estuvo a punto de fallecer de hipotermia una noche en que Patsy estaba tan drogada que olvidó que tenía un bebé en casa que necesitaba cuidados, calefacción, y alimento.

En plenas festividades previas a la Navidad, cuando la ciudad estaba decorada con luces y adornos, cuando la gente rebosaba esperanza y risas, Tyler recibió la llamada de la policía para decirle que era preciso que identificara el cadáver de su hermana. Patsy había fallecido de sobredosis dejando huérfano a Bruno.

La idea de responsabilizarse de otro ser humano aterró a Tyler, en especial al ser tan joven y apenas estar empezando a labrar su camino profesional. Bruno era su única familia y decidió adoptarlo como su hijo. Jamás lo consideró una obligación moral o ética, sino humana, porque amaba a ese bebé con el que compartía ADN.

Durante los primeros años de ejercer como papá, Tyler tuvo algunos sustos porque no sabía nada de la paternidad o sobre bebés. Entre sus anécdotas (o sustos) contaba un par de viajes innecesarios a emergencias, porque creía que los eructos infantiles implicaban que el bebé estaba ahogándose o que una diarrea iba a matarlo. Poco a poco fue aprendiendo a no entrar en pánico. No fue un proceso fácil, en especial si a eso le agregaba el pago de todas las deudas pendientes que dejó Patsy, así como las propias, además de los gastos que implicaba criar a un niño.

Seduciendo al destino (TERMINADA) - CopyrightedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora