Es increíblemente doloroso verlo llorar. Ser consciente de cómo sufre y pelea para que no se note que la tristeza lo sobrepasa.
Preso de la impotencia atraigo su pequeño y menudo cuerpo hacia el mío; cubriendo con mis brazos su espalda y cobijando su cabeza bajo la mía. El aroma dulce de su cabello me tranquiliza, mientras que la necesidad con la que se aferra a mi camiseta logra alterar cada diminuta célula de mi cuerpo.
Es un círculo vicioso del que si me dieran la opción, no saldría nunca.
Durante minutos que se sintieron como vidas enteras soporto el llanto del Omega taladrarme el alma, hasta que comienza a hacerse bajito, cada vez más débil. Su aliento choca contra mi pecho cuando suspira por última vez antes de alejarse.
Echa la cabeza hacia atrás, pero no me suelta y en el fondo se lo agradezco. Después de haber probado su cercanía no creo ser lo suficientemente fuerte como para soportar su ausencia.
Empiezo a creer que estoy enloqueciendo, pero no me importa en lo más mínimo.
La imagen que tengo frente a mí es la cosa más dulce y al mismo tiempo más dolorosa que he visto en mi vida. Con su mirada perdida, el cabello alborotado y la rojez que adorna la punta de su nariz y colorea por completo sus mejillas, intenta sonreírme.
¿Por qué tiene que verse tan hermoso incluso cuando sufre?
Mis manos pican por enredarse en su cabello, por ahuecar sus cachetes o rozar sus húmedas y largas pestañas; en realidad, ansían simplemente tocarlo. No importa cuánto, no importa en dónde.
Obligándome a mí mismo a reaccionar, doy un paso atrás. Tomo nuevamente su mano y antes de que tenga tiempo para arrepentirse o avergonzarse reanudo la marcha.
Nos toma solo unos minutos llegar al claro principal de Arrowclaf. Un enorme cuerpo de aguas transparentes que ha visto las transformaciones de todos y cada uno de los lobos de esta manada.
Desvío la mirada hacia mi cohibido acompañante y por la forma tan ausente con la que observa todo puedo jurar que en su mente la película que tanto odia recordar ha comenzado a reproducirse sin su permiso.
Vuelvo a llamar su atención presionando un poco su mano. Sus ojos se mueven perezosos hasta encontrarse con los míos y me observa en completo silencio, sin hacer o decir absolutamente nada, como si no le quedaran fuerzas para algo más que respirar.
—¿Puedes esperarme aquí un momento? —pregunto—, hay alguien que quiero que conozcas. Su nombre es Hazael.
Lo piensa unos instantes y luego asiente no muy convencido. Sin muchas ganas suelto su mano y me alejo lo suficiente como para poder deshacerme de mi ropa sin dejar de vigilarlo, pues su expresión ahora aterrada me hace pensar que saldrá corriendo fuera de este bosque en cualquier momento.
Cierro los ojos un segundo y dejo que la imagen de Hazael se haga clara en mi cabeza, entonces siento mi cuerpo cambiar. Después de años pasando por el mismo proceso una y otra vez en algún punto simplemente ha dejado de doler.
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(A)NORMAL.
WerewolfVaclaf es el primer y único hombre con designación Omega que ha existido en la manada y el pueblo no parece estar nada contento con eso. Se ha convertido en una vergüenza, el frágil blanco de burlas que ya nadie aprecia ni respeta. Morwen es el futu...