7. Alguien como él.

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Realmente no entiendo qué es lo que me pasa

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Realmente no entiendo qué es lo que me pasa.

Aunque lo intenté, no pude cerrar los ojos en toda la noche. Mi mente se movía con demasiada rapidez de un lado a otro y esta sensación de inquietud que aún no parece querer abandonarme ya me empieza a desesperar.

En la madrugada, después de abandonar la habitación de invitados en la que ahora descansa el Omega fui a buscar al alfa. La ceremonia ya había terminado y Sorian se encontraba como siempre en su despacho.

Le relaté con lujo de detalles lo que había sucedido y después de pensarlo durante unos segundos llegó a una conclusión.

—No debiste golpearlo de esa forma por algo como esto, es ridículo.

Lo miré molesto y no me preocupé en ocultarlo. Aquel desgraciado había intentado abusar de alguien y él no hacía más que defenderlo.

Intenté convencerle, pero fue inútil. No consideraba correcto someter al estúpido alfa a tanto estrés por algo tan -según él-, insignificante.

—Estaba borracho. No sabía lo que hacía —había dicho—. No imagino cuánto debió beber para quedar en ese estado, porque créeme que en sus cinco sentidos jamás se habría dejado seducir por ese bastardo.

—O puede que ya fuese un imbécil desde antes y el alcohol solo fuese una excusa.

—Sea como haya sido. Es un alfa, Morwen, y es importante tenerlo en la manada, así que no pienso expulsarlo.

—¿Cómo puedes estar de su lado? ¡Es un maldito enfermo!, ¿y qué si vuelve a intentar hacerle algo al pobre chico, eh? ¿y si no hay nadie para ayudarlo esta vez?

—Fácil —lo escuché entonces responder—. Al fin nos estarían quitando ese problema de encima.

He sabido siempre el ser asqueroso que es mi padre, pero justo cuando creo que no puede ser peor, él me demuestra lo contrario.

—No me cabe duda alguna de que eres un maldito.

Después de eso y cansado de escucharlo decir estupideces había abandonado el despacho dejándole con la palabra en la boca. Sabía que iba a enojarse, pero lidiaría con eso después.

A los pocos minutos había llegado a mi habitación con la intención de descansar, pero se me había convertido en una tarea titánica. Algo seguía inquietándome y no tenía idea de qué. Así que en su lugar preferí tomar un largo baño, de todos modos tenía que limpiar la sangre de mis manos y cambiar mi ropa manchada por algo más decente.

Luego de unas horas había partido en busca de mi hermano, a quién encomendé la tarea de investigar todo lo relacionado con el pequeño de cabellos blancos y el porqué de que su existencia hubiese sido completamente ignorada hasta ahora.

Me sentía un verdadero desquiciado, pero no podía dejar de mirar el reloj una y otra y otra vez. Preguntándome si era posible que ya estuviese despierto, preocupado por sus heridas, por lo frágil y destrozado que se veía.

(A)NORMAL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora