Estoy tan cansado.
Nunca había deseado tanto que la tierra se abriera y me tragara como en este momento.
Quiero llorar, deshacerme en mis propias lágrimas a ver si así la opresión en mi pecho deja de doler tanto, sin embargo, me abstengo y me obligo a mantener la compostura.
Otra vez.
Quiero simplemente gritar, restregarle en la cara que es un maldito infeliz y que lo odio, lo odio tanto que el sentimiento me quema, pero aun así me mantengo inmóvil en mi sitio.
Como siempre.
El hombre que tengo frente a mí me observa furioso. Reniega y profiere tantos insultos como le son posibles.
Me reta, sé lo que hace. Quiere que reaccione, quiere que yo también sea un hombre. Lo soy, sé que es así; pero él no lo hace, no me considera uno.
Se acerca bruscamente y no puedo evitar el miedo que me atraviesa, me paraliza y me condena a soportar en silencio lo que se viene.
Siempre es lo mismo.
—¡¿Por qué?! —pregunta encolerizado. Sabe la respuesta y eso solo lo enoja más— ¡¿Por qué no puedes ser normal?!
También me gustaría saberlo.
—¡Solo tenias que hacer una maldita cosa bien y lo arruinaste! ¡Me has dejado en ridículo frente a todos! ¡¿por qué, ah?! —ruge molesto. Levanta su mano hecha un puño en mi dirección y yo me estremezco, cierro los ojos con fuerza tan solo esperando el impacto que por fortuna esta vez no llega.
Quiero decir tantas cosas, quiero levantar la voz de la misma manera en que él lo hace, darle todas las razones qué me pide, pero sé que terminaré por quebrarme apenas abra la boca.
—Eres una vergüenza —continúa hablando—. ¿Siquiera te haces una idea de cuánto he gastado en todo esto, como para que lo desperdicies de ésta forma? ¡¿Qué tienes en esa jodida cabeza?!
Sus palabras me llenan de enojo. De una ira caliente y amarga que arde en lo profundo de mi garganta y que poco a poco me ahoga. Bajo la cabeza y con fuerza muerdo mi propio labio, hasta hacerlo sangrar, en un patético intento por retener los insultos que luchan por abandonar mi boca.
Y es que debí sospecharlo. Debí presentir que detrás de toda esa amabilidad y buen humor había algo más. Porque siempre hay algo más. Sin embargo, ni en mi más tétrica pesadilla hubiese imaginado que el infeliz sería capaz de llevarme engañado a un prostíbulo y que terminaría abandonándome a mi suerte entre los brazos de una mujer que bien podría tener la edad de mi madre.
Sé que jamás me ha considerado un hombre, pero de ahí a intentar convertirme en uno por la fuerza, aunque el proceso me rompiera en pedazos, había una enorme diferencia. Supongo que para Garret todo valía si se trataba de demostrarle a todos que no soy afeminado, que no me falta hombría y que no soy un maldito cobarde.
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(A)NORMAL.
Manusia SerigalaVaclaf es el primer y único hombre con designación Omega que ha existido en la manada y el pueblo no parece estar nada contento con eso. Se ha convertido en una vergüenza, el frágil blanco de burlas que ya nadie aprecia ni respeta. Morwen es el futu...