Un pequeño pueblo y dos chicas, dos almas destinadas a amarse. Sin embargo, el destino cruel las separó. A pesar del tiempo y la distancia, sus corazones nunca dejaron de sufrir por su separación. El suspiro del destino las unía en un eterno anhelo...
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Los tenues rayos de sol que se colaban por la ventana despertaron a Samantha.
Sintió sus ojos arder al abrirlos, había llorado bastante esa noche. Sus emociones se juntaron muy fuerte al volver a verla, y al cerrar la puerta de su hogar las lágrimas cayeron con más y más fuerza, cada una destrozándola más.
Paso su mano por uno de sus ojos y bostezó.
Se levantó con lentitud, yendo a darse un baño para estar más cómoda.
Y su mañana fue evitar a la castaña que intentaba hablar con ella desesperadamente. - Hablemos entonces, Ellie.-le respondió en uno de los intentos de la pecosa. - Hablemos de cómo pensé que cumplirías tú promesa.-
-Sam- -Intentó responderle.
-Ellie, basta, por favor.-Interrumpió Samantha.
- No, Samantha, escúchame-ordenó. - Nunca quise irme, ese día... ese día salí en busca de provisiones, como siempre, pero hubieron percances, me obligaron a venir.-Samantha estaba atónita, no sabía que responderle, no sabía como sentirse en ese momento. -Quise ir tantas veces, pero no me dejaron, y pude ir, me escapé y fui, fui al que era nuestro hogar-continuó. - No estabas.-finalizó cruzandose de brazos.
Samantha se recostó en una barandilla mirando al suelo. - Pensé que lo nuestro no había sido nada.-Susurró.
- Sam... Lo siento mucho-Samantha se erizó al sentir el cálido abrazo de Ellie, había anhelado tanto eso, sentir el calor de su piel junto a la de ella la traía a la vida.
Caminaron juntas en silencio hasta el comedor sentandose junto a la pareja.
El almuerzo había sido de los momentos más lindos que Samantha pudo tener en su vida, y lo sabía. Habían tenido momentos incómodos con Ellie por el alejamiento, pero aún así lo consideró como el mejor almuerzo.
Al final todos se despidieron y Sam decidió ir al pequeño parque que había en Jackson.
Se sentó en uno de los columpios sonriendo por los recuerdos de hacia menos una hora.
-Hey. -Escuchó. Giró la cabeza viendo quien le había hablado y vio a un señor. - Soy Joel... Necesito pedirte disculpas.-Sam lo miró confundida e índico que se sentara a su lado para poder escucharlo.
- Yo obligué a Ellie a venir aquí, me pidió que te lo diga para que no estés tan enfadada con ella.-Pausó. - Y... Sobre tus padres.-
Samantha lo miró con una expresión de sorpresa. - ¿Mis padres? ¿Que sabes de ellos?-preguntó agarrando las cadenas del columpio.
- Ellos me ayudaron a salvarla, a Ellie.-Samantha no sabía como reaccionar, estaba confundida y los recuerdos de sus padres la azotaron con mucha fuerza. -Me ayudaron a salvarla de las Luciérnagas- «Luciérnagas». Las personas que los mataron, al igual que mataron una parte de Sam. - Ellos te amaban, Samantha-Una pequeña lágrima corrió por la mejilla de la pelirroja. - Lamento mucho lo que les pasó. Lily era una mujer maravillosa, y tu papá... él era como un hermano.-Samantha sonrió con el comentario de Joel, recordaba buenas cosas de ellos dos juntos, donde eran felices.