Un pequeño pueblo y dos chicas, dos almas destinadas a amarse. Sin embargo, el destino cruel las separó. A pesar del tiempo y la distancia, sus corazones nunca dejaron de sufrir por su separación. El suspiro del destino las unía en un eterno anhelo...
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Samantha levantó una silla para trancar la gran puerta mientras Ellie ayudaba a Dina a sentarse.
El lugar estaba en total silencio, solo se escuchaba la lluvia junto a la fuerte respiración de Dina. Soltó su mochila sobre una mesa que estaba allí y se sentó sobre ella.
— ¿Quieres decirnos que te ocurre?—Habló Ellie rompiendo el silencio.
— ¿Qué está pasando conmigo?—Dina pausó para tomar aire—. Ellie, te vi, te vimos respirar esporas.—Termino mirándola confusa.
— Ya te lo expliqué.—Objetó Ellie—. Soy inmune.
Samantha se encontraba en silencio, si bien Ellie se lo había dicho momentos antes, aun se sentía como si se lo hubiera dicho de golpe. ¿Acaso aquello tenía que ver con la ayuda que le brindaron sus padres a Joel para rescatarla?
Dina soltó una risa nasal—. ¿Inmune? Por favor.—Dijo humorística.
— Me mordieron hace mucho tiempo.
— ¿De qué rayos estás hablando?—Respondió Dina con una voz arisca, perdiendo la paciencia.
— Me mordieron y no pasó nada.
Samantha levantó la mirada a las dos chicas—. Carajo.—Claro, ¿cómo no lo había pensado antes? ¿Se había hecho una quemadura química solo por diversión?— La quemadura química...— Musitó, pero aun así las otras dos chicas la escucharon. Se levantó de la mesa acercándose un poco a ellas, para incluirse más en la conversación.
Ellie asintió—. Maria, Tommy, Joel, son los únicos que lo saben.—Hizo una pausa—. Sabían... Y ahora ustedes. La castaña estaba notoriamente nerviosa, jugaba con sus dedos y su mirada la delataba—. No puedo... contagiarlas, si es lo que les preocupa.—Añadió con timidez luego de ver a las dos chicas confusas y perdidas por un momento—. Pero tampoco puedo hacerlas inmunes.
Samantha tuvo que retroceder hasta la mesa que estaba antes, allí se recostó y miro al suelo suspirando. Le parecía algo totalmente loco, algo que solo pasaba en las películas.
— ¿Podrían... decir algo, por favor?
Luego de un corto silencio, donde se escuchaba la respiración todavía agitada de Dina, Samantha intentó hablar, pero justo cuando abrió la boca para pronunciar algo, la primera habló—. Creo que estoy embarazada.—Soltó rápido mientras sus lágrimas caían.
La roja levantó su mirada con sorpresa.
— ¿Qué?—Le respondieron las dos chicas al unísono.
