Un pequeño pueblo y dos chicas, dos almas destinadas a amarse. Sin embargo, el destino cruel las separó. A pesar del tiempo y la distancia, sus corazones nunca dejaron de sufrir por su separación. El suspiro del destino las unía en un eterno anhelo...
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Sus manos jugaban juntas, posiblemente por la ansiedad de lo que habían vivido.
Samantha deseaba tanto entenderla. Ponerse en su lugar. Pero, ¿por qué no podía? ¿por qué era tan complicado?
Ambas habían perdido lo que más amaban por la misma persona a causa de lo mismo, pero, ¿por qué se sentían de diferentes maneras?
¿Por qué Samantha solo quería olvidarse de todo aquello, de aquel día, aquella escena, y Ellie quería venganza? Su interior la mataba al no poder entenderla completamente, era lo único que quería. Entenderla.
— Oye.—Sintió la cálida mano del hombre en su brazo.— ¿Estás de acuerdo?
Ella asintió, en realidad no estaba escuchando, pero posiblemente hablaban sobre regresar.
Movía sus piernas que colgaban en el borde del escenario. Jesse y Ellie hablaban, pero no entendía muy bien de qué. Su estomago estaba revuelto, ese sentimiento inexplicable y confuso de ansiedad le recorría todo el cuerpo.
Suspiró y con sus manos se impulsó hacia adelante para bajarse de allí.
Sintió la mirada de sus amigos, pero solo se despidió de ellos con una sonrisa, avisándoles que vería a Dina.
Estaba cansada, todo aquello la cansaba tanto fisica como mentalmente. Su cabeza necesitaba paz.
¿Que haría Ellie luego de matar a Abby? ¿Se sentiría mejor? ¿Olvidaría todo y al fin podría estar con la chica que volvia a ella sin importar qué?
El ruido de un disparo resonó por todo el teatro, erizándole la piel.
Se olvidó de Dina y corrió sobre sus pasos. Su corazón latía rápido y sus manos sudaban mientras sujetaba su pistola.
Tragó saliva unos pasos antes de abrir la puerta y se congeló allí.
Parecía ir en cámara lenta todo, su pistola se dirigió al robusto cuerpo de la mujer rubia que estaba allí y supuso que, si no fuera por la bala que le había atravesado el abdomen, Samantha la hubiera matado.
El suelo tembló un poco con los rápidos pasos de las dos chicas que pasaron a su lado. El pitido en su oído la mataba más y sus ojos se nublaban rápidamente por las lágrimas.
A su lado yacía el cuerpo de Jesse y un poco más lejos el de Tommy.
¿Era la única viva allí? ¿Iba a ser la unica de aquel grupo en vivir? Pensó en Dina, la cual ya estaría alerta, y si no estaba aquí, tal vez estuviera con Ellie.
Pensó en como se sentiría al verlo así. Sus rasgados ojos eran vacíos, su boca estaba entreabierta y la sangre se desparramaba por su rostro.
Cerro sus ojos con fuerza mientras las lágrimas salían desesperadamente por sus ojos, apretó su herida con una de sus manos y como pudo se levantó.
Se tambaleaba por los pasillos, los cuales parecían eternos en aquel momento, parecían no tener fin.
Su brazo se envolvió al rededor de un pequeño cuello mientras veía como Ellie apenas parecía consciente, su cuerpo temblaba y no podía hablar, solo se mantenía aferrada al cuerpo del niño—. ¡Detente!—Logró decir al fin con un grito. Esta la miró con hostilidad mientras su cuchillo se posaba en el cuello de Dina, y antes de poder hacer o decir algo, ella volvió a hablar—. ¿Cuantas veces vamos a repetir el círculo? Joel mató a tu padre para salvar a Ellie... y mi padre lo ayudó. Ahora ambos están muertos.—Dijo desesperada, con una voz desgarrada que solo quería romperse allí mismo—. Matamos a tus amigos y tu mataste a los nuestros, ¿No llegamos muy lejos? ¿Esto querrían nuestros padres?
Samantha no sabía si era coherente, su herida ardía como el infierno y dentro de ella se habían instalado sensaciones que no entendía. No sabía que era, pero era como un dolor intangible pero real, el cual se expandía por todo su cuerpo. No sabía si apretaba, quemaba o apuñalaba. Un dolor que la asfixiaba, unas garras apretaban su corazón con fuerza, sin querer soltarlo.
Quería gritar, quería hablar, quería llorar más fuerte, quería convencer a la mujer que las dejara vivir pero el nudo en su garganta no desaparecía.
El agarre en su brazo que antes era fuerte, casi se sentia como una caricia en ese momento, probablemente su temblor y el terror en su voz la delataban, y de alguna manera el pequeño tuvo compasión.
