Capítulo 8|Chico percebe.
Oliver
Hay una publicación en «Facebook» que aparece en primera plana dejándome sin aliento y es que enterarme por aquí acerca del compromiso de Susan, mi exnovia y Archie, mi ex mejor amigo, se siente como una patada en el estómago.
La imagen que se adhiere a mi retina muestra de cerca el anillo de compromiso.
Me recuerdo que fue la mejor decisión no cometer ese error derrochando dinero a lo estúpido sin tener idea que ambos se estaban viendo a mis espaldas. Hasta hoy en día me pregunto por qué carajos los sigo teniendo agregados, ya no son parte importante de mí.
Tomando valor, entro al perfil de Archie y enseguida lo elimino sin pensarlo. Hago lo mismo con Susan, aunque resulta complicado cuando pincho la opción de ver las fotos, grave error, todavía conserva algunas de cuando salíamos. El estómago se me revuelve, salgo de ahí de inmediato y bloqueo la pantalla para dejar el celular sobre el escritorio haciendo un esfuerzo por borrar ese mal sabor de boca.
Nemo brinca sobre mi regazo en busca de una dosis alta de afecto, siempre disfruta ser el centro de atención. Me separo de mi escritorio donde llevo horas trabajando sobre una investigación de los delfines mulares y su aparición repentina entre las zonas donde hay movimiento de turistas y pescadores. Estos delfines suelen nadar del otro lado de los acantilados según me explicaron mis compañeros.
No me sorprende que los animales marinos estén buscando nuevos lugares para alimentarse, lo cual también se transforma en un área de riesgo para ellos y el ser humano si llegaran a interactuar cómo está sucediendo con las nutrias que invaden ciertas partes del pueblo para recolectar restos en los basureros o terminan siendo alimentados por los mismos pueblerinos.
Recojo mi portafolio para salir de la oficina, los músculos de mis brazos se estiran sintiendo el alivio de abandonar esa silla que me ha estado matando toda la tarde. Como siempre, Nemo se cuelga de mi cuello disfrutando del recorrido por los pasillos convirtiéndose en el centro de atención para aquel que se cruce en nuestro camino. Que humilde.
Tengo en parte culpa por haberlo tratado como un Rey desde que cambió mi vida. Encontré a Nemo abandonado dentro de una pila de cajas viejas cuando apenas era un cachorro, lo primero que hice fue llevarlo a una veterinaria para saber si estaba en buenas condiciones para sobrevivir a lo que le hicieron varias revisiones. En ningún momento se me había pasado por la cabeza adoptarlo, porque pensaba que merecía un lugar adecuado a su hábitat, sin embargo, mi mente comenzó a recrear las escenas más trágicas para el animalito.
Me estuve informando hasta que decidí adoptarlo, ha sido la mejor decisión que he tomado.
—Por fin, creí que jamás saldrías de esa oficina —declara Stephen portando todavía su uniforme de trabajo —. Tengo hambre, ¿tú no?
—¿Me has estado esperando sólo para ir a comer?
—No iba a ir solito —se acomoda la mochila sobre los hombros a la vez que plasma un puchero —. Encontré una excelente cafetería que vende «Bagels» y no me voy a quedar con las ganas de probarlos. ¿Te apuntas?
—Seguro, necesito ingerir una dosis grande de café para recuperar mis ganas de vivir.
Ahora que lo recuerdo, mi almuerzo se basó en un paquete de galletas simples de avena y dos litros de agua.
—Con base a tu personalidad, algo me dice que tomas el café amargo.
—¿Cómo puedes estar seguro? —frunzo el ceño.
—No es ninguna mentira, Kellen —parece divertirle la situación que se cruza de brazos en modo desafiante.
—Podría beber el café más dulce y disfrutarlo.
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Un lugar en el mar
RomanceTeresa Roth solo tiene una meta en la vida: convertirse en una de las mejores navegantes de los siete mares sin importar los obstáculos, aunque eso signifique tener que lidiar con el hermético citadino Oliver Kellen. Oliver Kellen ha renunciado a l...