Capítulo 4|De mal a peor.
OLIVER
Apenas pude prestar atención a la conferencia sobre los pingüinos al estar pensando en lo rudo que fui con Teresa, me comporté como un reverendo imbécil cuando ella solo trataba de ser amable por haberla ayudado. Al encontrármela en la universidad cuando estaba buscando el auditorio nuevamente apareció. Mi cerebro se bloqueó en ese instante que preferí inventar una excusa y huir.
Salgo de mis pensamientos para contemplar el mar que hay frente a mí, he venido a sentarme en el muelle tras abandonar la segunda conferencia sobre capibaras, no tenía muchas ganas de escucharla, estoy seguro que Stephen me mantendrá al corriente después. El paisaje es imponente con grandes colinas y peligrosos acantilados, en Edimburgo no hay de estas vistas.
Estoy seguro que no voy a extrañar la ciudad por un largo tiempo y mi familia lo sabe, sobre todo Adrien, mi hermano menor, que le beneficia quedarse con lo que antes era mi habitación. Cuando les conté sobre la oportunidad de mudarme a la costa para seguir con mis investigaciones lo entendieron, sabían que en cualquier momento iba a marcharme, sin embargo, no es tan fácil como nos lo pintan en las películas.
Manejar las responsabilidades de adulto es experimentar altibajos para sobrevivir dentro de una sociedad cambiante. Se requieren aliados y soy malísimo haciendo amistades con el carácter de mierda que tengo.
—¡Oliver! Que gusto volver a verte, muchacho.
Me tenso de pies a cabeza, trato de que no se note removiéndome de la banca, me froto las palmas sobre el pantalón para calmar los nervios.
—Señora, Mei.
—Por favor, solo dime Mei —me regala una sonrisa amable —. ¿Acabo de interrumpir tu momento de reflexión?
Niego con la cabeza. Mei es una mujer mayor de setenta años, lo sé porque ella misma me compartió toda su información el día que nos conocimos cuando tuve ese arranque de derrochar dinero por un velero. Tiene mucha energía, es platicadora y demasiado auténtica con su estilo de ropa. Justo ahora lleva un vestido largo playero con estampado de leopardo y unas sandalias.
—Me escapé un rato de mis responsabilidades.
—¡Que bueno escucharlo! —me toma por sorpresa que doy un respingo —. Estaba por regresar a casa cuando te vi, ¿no te gustaría venir a almorzar? He preparado una rica pasta.
—Lo siento es que...
—¿Eres vegetariano? —se pone de pie acomodándose sus lentes oscuros —. No te preocupes, eso ya lo sé.
—¿Cómo? —la miro, perplejo.
—Un pajarito me lo comentó.
¿Así que Teresa le ha hablado sobre mí? ¿Le habrá comentado lo espantoso que fui con ella? De haber sido así, Mei no estaría siendo amable conmigo.
—Muchas gracias por la invitación, Mei, ya tengo que volver.
«No merece ser linda conmigo».
Puedo notar que le ha entristecido mi comentario.
—Bueno, supongo que esta viejecita tendrá que almorzar sola —suspira encogiéndose de hombros —. Mi yerno nunca está en casa y Teresa seguro se ha ido a trabajar. Siempre es lo mismo.
—Eh... Quizás pueda acompañarla un rato.
—¡¿En serio?! —aplaude llena de felicidad. Me limito a aplanar los labios al ponerme de pie antes de que me arrepienta.
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Un lugar en el mar
RomantizmTeresa Roth solo tiene una meta en la vida: convertirse en una de las mejores navegantes de los siete mares sin importar los obstáculos, aunque eso signifique tener que lidiar con el hermético citadino Oliver Kellen. Oliver Kellen ha renunciado a l...