Capítulo 3|Nada de esto sucedió.

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Capítulo 3|Nada de esto sucedió. 

TERESA

Lo único que siento al despertar son mareos. Tengo que sostenerme de la suave cama donde he venido a parar y lo más extraño cuando escaneo mi alrededor llego a la conclusión de que esta no es la habitación de Ginny, menos de Declan porque todo está en orden, incluso no huele a Cheetos rancios o a esmalte para uñas.

Se escapa un gimoteo, no de dolor, sino porque es posible que esté en graves problemas con papá. Si él se entera, adiós a mis sueños de navegar.

Me restriego ambas manos sobre la cara tratando de despabilarme y rememorar lo sucedido con anterioridad, porque por supuesto que lo recuerdo y me hierve la sangre. No soy la clase de persona que piense en la venganza, me encargaré de entrenar duro, con eso será suficiente.

Ahora, ya cuando todo regresa a mi memoria puedo decir que fue algo sorpresivo. Intentaba salir, pero mi cuerpo no reaccionaba, hasta que alguien tiró de mi brazo hacia la superficie, había tragado mucha agua por lo que me costó recuperarme, en ese lapso ya en tierra firme. Pude escuchar los jadeos cerca de mi oreja de la persona que me había ayudado, estábamos pecho a pecho porque me sostenía con fuerza como si tuviera miedo de que volviera a caer. Sus latidos desenfrenados por la adrenalina se mezclaron con los míos y... ahí fue todo.

Joder.

¡¿Por qué tuve que desmayarme como en las telenovelas?!

El escritor de mi vida o la escritora, en serio ama los dramas.

—¡Aleluya, está viva!

—Claro que lo está, zopenco —chilla Ginny —. Se desmayó del susto.

—Menos mal que te socorrimos rápidamente, es decir, yo iba a ir por ti lo juro, pero —comienza hacer gestos y ademanes exagerados —, ¡fum! De la nada alguien hizo un clavado profesional para ir directo hacia dónde estabas ¡in.Cre.í.Ble!

Frunzo el entrecejo, perdida en todo lo que acaba de decir con rapidez.

Ginny logra interrumpirlo para continuar.

—Dec me llamó lo más pronto y luego tuve que hablarle a tu abuela, Tita, ella está abajo en la sala —me lanza una mirada de disculpas —, pero lo que sucedió fue serio, ¿sabes? Addison debería pagar por lo que hizo.

—¿Y cómo? El entrenador no estaba con nosotros y él no se hace responsable de las novatadas. No podemos exigir que la suspendan —plasmo una mueca e intento ponerme de pie, cuando me percato que llevo encima una sudadera —. Esto no es mío.

—Es mío —responden a espaldas de mis amigos a lo que se hacen a un lado tras voltear a ver a la persona que acaba de entrar a la habitación —. Te mantendrá estable por el momento.

Parpadeo, atónita.

—Tú... —balbuceo, confundida —. ¡¿De dónde saliste?! ¿¡Ahora me secuestras?!

Me llevo una mano a la boca.

—Si fuera un secuestro —comienza a decir Ginny —, no estaríamos aquí.

—Tragó mucha agua salada —bromea Dec, pero su sonrisa se desvanece al verme a la cara —. Yo... yo no quise...

—Esa fue buena —respondo negando con la cabeza —. No pasa nada.

—Oliver fue quien te auxilio y te trajo —comenta una cuarta voz. La de mi abuela —. Es un muchacho bastante atento por haberte ayudado, ¿no crees, Tita? Así tu padre no sospecharía.

Ella enarca una ceja tras lanzarme esa mirada de: tienes que darle las gracias, no seas maleducada.

¡Pero quería que le vendiera el Nautilus!

Un lugar en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora