𝗽𝗼𝗲 𝗱𝗮𝗺𝗲𝗿𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...
El abuso de la Primera Orden sobre el Concordato Galáctico ha llevado a la creación de la Resistencia. Hombres y mujeres valientes se enfrentan a la tira...
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Nyx observó al grupo de la Resistencia alejarse bajo los arcos de piedra.
— Debes ir con ellos.
— Lo sé, gobernador. —contestó impasible.
Habían transcurrido tantos años desde que llegó a Arkania, que en su interior se había arraigado la creencia de que pertenecía allí, que siempre lo había hecho y que jamás regresaría, ni aunque fuera por un instante, al vasto espacio de la galaxia.
— Ha jurado su vida, sin conocer el valor que las palabras tienen en nosotros. —Nyx asintió, de acuerdo con él, y la presencia de D-32 no tardó en aparecer a su lado. Antes de lograr dar un paso, la ronca voz de Mork'au regresó:— Si el pago no se cumple antes del segundo solsticio... deberás matarlo.
El cuerpo de la mujer se tornó rígido, y sin hacer el más mínimo atisbo de inconformidad o molestia, asintió.
Los planetas que se situaban en el Borde Exterior eran los más inhóspitos y letales, aunque únicamente para aquellos que no eran los suficientemente astutos. Los seres que lo habitaban eran cada cual más traicionero que el anterior y, la palabra, la labia, se utilizaba como método para cubrirse las espaldas, mientras se apuñalaba al compañero desprevenido. Era, por ello, que lo que Nyx más respetaba de Arkania y su gobernador era el honor al juramento. Le recordaba al hogar, su verdadero hogar.
En Arkania podían arreglarse pactos dudosos, con gente de moralidad ambigua logrando hacerse hueco en el planeta, sin embargo, si quebrabas tu palabra, Mork'au se aseguraba de quebrar también cada uno de tus huesos.
— ¿Desea que la ayude, oficial?
Dese el interior de D-32 surgieron un par de pinzas, y con estas mismas sostuvo una pila de libros frente a Nyx.
— ¿Por qué preguntas si ya lo estás haciendo? —inquirió genuinamente confundida. D-32 no respondió y Nyx se mantuvo guardando enseres verdaderamente necesarios en la bolsa— De todas formas no puedo llevarme todo eso, es una misión, no unas vacaciones.
— Entonces lo más apropiado sería llevarse tan solo uno.
El robot, con total delicadeza, regresó los libros en la posición exacta en la que los había tomado, y extendió el restante de nuevo ante ella.
