𝗽𝗼𝗲 𝗱𝗮𝗺𝗲𝗿𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...
El abuso de la Primera Orden sobre el Concordato Galáctico ha llevado a la creación de la Resistencia. Hombres y mujeres valientes se enfrentan a la tira...
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— Nyx. —la llamó, como si su nombre le hubiera surgido desde lo más profundo del alma.
— Poe Dameron. —dijo ella en un tono frívolo, sin embargo sus cejas pálidas se arrugaron al ver lo herido que se encontraba.
— No sabes lo mucho que me alegro de verte. —antes de que pudiera contestar, Nyx se encontró rodeada por sus brazos, casi apretujándola al punto de perder el aliento. Poe la soltó de golpe, tenía mucho que contarle, estaba, extrañamente, emocionado— Un chico me ayudó a escapar, un soldado de la Primera Orden, pero él era distinto, era bueno... o eso creo. La cuestión es que robamos una nave, una de esas que utilizaba el Imperio. Siempre quise pilotar una. —Nyx aguardó, estupefacta— Incluso le puse nombre. Al chico, no a la nave. —rio, avergonzado. Al apartarse los rizos castaños de la frente, Nyx atisbó un espantoso hematoma en su cabeza.
Poe estaba a punto de abrir la boca, para continuar la palabrería, totalmente innecesaria para su compañera, cuando esta misma le agarró medio rostro con una mano, apretujándole los labios contra sus dedos.
— Suficiente. —farfulló con dureza y, Poe, lejos de amedrentarse, se encontró absorbido por su cercanía— Hay que regresar a la nave.
Poe no volvió a hablar por el resto del camino, y casi era preferible, pues tenía una espantosa jaqueca que lo estaba atontando a cada paso. Podía echarle la culpa al intenso Sol que había en Jakku, pero la realidad era que ya estaba anocheciendo. D-32 escaneó su cuerpo en reiteradas ocasiones, buscando heridas internas o agravios de las que ya se encontraban visiblemente.
Nyx miró de reojo al androide, y este, como las tres últimas veces, repitió el mismo análisis. No había nada grave internamente, nada más allá de la contusión en su cabeza.
— ¿Estás aquí de verdad, o eres una alucinación?
Nyx resopló al oírlo.
— Escanéalo de nuevo, D-32.
— Sí, oficial.
Poe espantó al androide con desesperados aspavientos, pues no quería tener de nuevo esa intensa luz verde taladrándole los ojos. Aceleró por la duna de arena, alcanzándola con el aliento errático.
