xx. "sinceridad"

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Subí directamente hacía la habitación que compartía con Paulo y Rodrigo. Hoy teníamos tarde-noche libre ya que a partir de mañana empezaríamos a entrenar sin descanso para nuestro encuentro con Países bajos, con el cual teníamos un pasado bastante fuerte y como Argentinos, no íbamos a darles el gusto de ganar.

Había planeado una salida con Elena. La llevaría a la playa y después nos encontraríamos con mi familia para cenar en algún restaurante de por ahí cerca.

No tenía idea de si Maia nos iba acompañar. Pero muy poco me importaba. Desde que ella llegó, no hice más que concentrarme en sus deseos e inquietudes, dejando muy de lado a la persona que más me importa en el mundo, mi hija.

Quizás lo vean más por el lado de la culpa, pero, no quería que Elena se sienta sola. Y a decir verdad, últimamente lo único que necesitaba era desconcentrarme y estar tranquilo. Y mi mejor compañía para eso, era la menor.

— ¿Qué van hacer hoy? —pregunté curioso, colocándome la última prenda de ropa encima.

— Yo voy a comer algo con Ori. —respondió el cordobés, quién estaba doblando su ropa.

— ¿Rodri? —cuestioné llevando mi atención al contrario, dándome cuenta de que estaba apunto de dormirse.

— No va a salir hoy. Tini se tuvo que ir a Argentina. —explicó el castaño, sentándose en su cama.— ¿Vos te vas a ver con Lola?

Me quedé quieto en dónde estaba. Mirando al hombre a través del espejo. No había comentado absolutamente nada con respecto a Lola por miedo a lo que me iban a decir. Además de que la veíamos todos los días y había sido muy reciente todo.

Y digamos que mis amigos no eran para nada disimulados cuando las cosas estaban tensas.

UN DÍA ANTES DEL PARTIDO
CONTRA AUSTRALIA.

Me senté en uno de los sillones que adornaban la terraza, buscando las palabras exactas para empezar a hablar con Lola. Habíamos quedado en juntarnos a tomar algo y de paso, aprovecharía para hablar con ella y darle un fin a todo este desastre que me estaba consumiendo.

Con cuidado agarré la taza que tenía café e intenté tomar el líquido caliente, quemándome la lengua y la garganta cuando sentí los brazos de la muchacha rodear mi espalda.

Sentí mis músculos tensarse ante el tacto frío de sus manos. Me había quedado helado en mi posición, mientras mi boca gritaba por el ardor que sentía.

— ¿Estás bien? —soltó con gracia, besando mi mejilla y sentándose frente a mí.

— Sí, me asusté nomas. —respondí, dejando la taxa aún lado.

— Tarde porque estuve todo el día ayudando a mi papá de acá para allá. No paré ni un segundo. —comenzó a explicar, mirándome de aquella forma que solo generaba culpa en mi ser.

Ella me quería tanto.

— Me enteré de que hoy comieron milanesas. —continuó, haciendo que la conversación solo la lleve ella misma.— ¿Sabes hace cuanto no como milanesas? No entiendo por qué los dejaron romper la dieta. —me estaba volviendo loco. ¿En algún momento iba a parar? Me desespero.— ¿Estuviste con Elena? Hace tiempo que no la veo.

— N...

— ¿Le diste el regalo que te mande para ella? —me interrumpió, dejando con las palabras en la boca.

unkept secrets,  leandro paredes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora