xvii. "nuestra"

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MAIA'S POINT OF VIEW.

No recuerdo con exactitud cómo terminé la noche de aquella cena. Pero lo que sí sé perfectamente es que, Leandro ocasionó un gran desastre entre los dos y dudo muchísimo que pueda volver a la normalidad después de tales acciones. Al principio creía que estaba borracho y lo único que iba a recriminarme era algo con respecto a Elena, y cuando comenzó a hablar y tirar quejas porque sí; quedé perpleja.

Me mente aún no procesaba que su corazón todavía me pertenecía. Y a pesar de que sus palabras lograron mover algo en mi ser, no podía hacer ojos ciegos e ignorar por completo el hecho de que él tiene novia. Sería tanta la culpa que me carcomería, que viviría pensando en la pobre chica a la que el hombre que tanto amo, traiciona.

Lola lo quiere e intenta muchísimo que su relación tenga un buen camino. Se siente desde lejos el esfuerzo gigante que hace para estar presente en la vida de Elena y ayudar a Leandro cuando él se lo permite. Y todo esto, muy en el fondo, me hace creer que lo que ella siente era recíproco hasta que yo llegué.

No me gusta sentirme aparte o fuera de lugar. Y mucho menos me gusta sentir que estoy rompiendo una relación que apenas comienza. Porque todos sabemos lo lindos que son los primeros meses de relación, y sería horrible para mí saber que desde un principio, ella la pasa tan mal por amor, cuando debería ser de los recuerdos más bonito que queden en su mente.

De tanto pensar en ellos y en mi futuro triángulo amoroso, me olvidé por completo que estaba haciendo fila para comprar en el supermercado. El hombre que estaba atendiendo prácticamente me gritó en otro idioma para que por fin le diera la plata, llamando la atención de todas las personas que estaba allí presentes. Me quería morir.

— I'm so sorry. —me lamenté, recibiendo un rodeó de ojos para nada disimulado que me hizo poner de malhumor. Cuando me tocó extender mi mano con el dinero, quise tirárselo en la cara..— Here's your money.

Con mi mejor sonrisa falsa agarra las dos bolsas que me dió segundos después de pagar y en el momento exacto que estaba saliendo del local, sentí como la parte trasera de mi espalda baja vibraba, indicándome que algún que otro mensaje me había llegado.

No le presté atención porque era muy probable que mi grupo de amigas o de trabajo estén molestando, así que seguí caminando en dirección al hotel.

No eran tanta distancia la que había, literalmente habré caminado 5 cuadras como mucho hasta llegar a la entrada principal de mi casita momentánea. Lo que sí costaba más eran los pisos infinitos que tenías que subir para llegar a la habitación en la que me estaba quedando. Pero como era tan poco fitness, siempre recurría al mejor invento humano, el ascensor.

Aproveché el largo tiempo que iba a estar ahí dentro para revisar mi teléfono. Al desbloquear la pantalla principal, comencé a deslizar mi dedo sobre el vidrio, dándome cuenta que casi al final de mis chats sin leer, se encontraba la foto de Leandro. La cual claramente, se robó hasta mi última molécula de oxígeno.

 La cual claramente, se robó hasta mi última molécula de oxígeno

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