02 : Luxe Magazine

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La luz que se cuela por la ventana me hace desear unas cortinas más gruesas y me giro sobre la cama, intentando ocultar mi rostro en la almohada, pero el movimiento brusco me provoca náuseas y, con ello, el recuerdo de una noche de excesos, viene a mi mente.

Recuerdo haber ido al bar que algunas veces frecuento y recuerdo haber bebido una cantidad inmensurable de tequila; hecho que me provoca asco y un arrepentimiento terrible.

Cuando el agua de la ducha comienza a hacer contacto con mi cuerpo, mi cerebro revive de a poco, comenzando a recapitular el día anterior que, en pocas palabras, fue de los peores de mi vida. Pero como siempre, no todo es malo y el recuerdo de la mujer del bar aparece en mi memoria.

¿En realidad pasó o es producto de mi imaginación?

Debo dejar de beber así. Maldita memoria.

Mientras bebo el primer sorbo de café del día, recuerdo la tarjeta que ella dejó en la barra y ruego a mi yo ebrio que por favor la haya guardado en algún bolso de mi ropa. Me dirijo al cesto de la ropa sucia y en los bolsillos de mi pantalón encuentro una pequeña tarjeta que, sostengo como si fuera lo más valioso del mundo.

Tal vez lo sea en este momento.

Grabado sobre un fondo color negro mate, sobresale un código QR que no me dice mucho; pero, giro la tarjeta en busca de algo más y ahí está. En letras bastante sobrias y contrastando con su brillo, aparece el texto que ya esperaba ver, pero que, aún así, me sorprende.

"Isabel Villavicencio - Luxe magazine CEO".

¿CEO?

Diablos.

Recuerdo haber leído esa revista cuando era pequeña y sin duda era de las mejores que mis padres solían comprar. Si eso era en aquellos años, ahora debe ser aún mejor.

Sin dudarlo, abro la cámara de mi celular, ignorando las mil notificaciones y llamadas perdidas, y decido conocer más acerca de Isabel. El código únicamente me arroja un correo, un teléfono que al parecer es de oficina y la dirección de sus instalaciones, las cuales por supuesto, están en la zona más exclusiva de la ciudad.

Pienso en llamar, pero ¿qué diría? "Hola Isabel soy el alma alcoholizada que dejaste anoche en el bar, quería saber cómo estás".

No.

Ni siquiera conoce mi nombre. No se lo dije.

"Isabel, soy Mónica, me conociste anoche mientras me ahogaba en alcohol..."

Olvídalo.

Esto apesta.

Además, ¿para qué busco contactarla? ¿Qué gano?

Ni siquiera es como si hubiéramos platicado bastante anoche. No cruzamos tantas palabras. No fue importante.

Una batalla silenciosa comienza en mi mente y creo recordar vagamente que, el hecho de que ella me diera su tarjeta, fue por algo.

Me sobresalto al sentir que mi celular comienza a vibrar sobre mi mano y el nombre de Sergio aparece iluminando la pantalla.

—¿Qué... ?

—¿Me puedes decir dónde diablos estás? —Su elevada voz me interrumpe.

—En casa —respondo como si fuera obvio—, intentando saber qué haré con mi vida.

—Pensé que te había pasado algo. No me llamaste.

—¿Ahora vas a fingir que tienes interés en mí? —me burlo— ¿O esperabas que por fin desapareciera del mapa?

RelámpagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora