17 : Ella tiene mucho que ver en esto

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Los días han pasado y aún no puedo dejar de sentirme mal a causa de mis padres. Isabel me pide que no piense, que solo deje que el tiempo pase y busque hablar con ellos después. Todos los días, me motiva a que alce la voz y que me haga ver tal como soy frente a ellos.

Ojalá fuera tan fácil.

¿Cómo demuestro mis virtudes enfrente de quienes me ven como una basura y algo peor?

Por si fuera poco, no sé si es mi imaginación, pero he sentido que, otra vez, Daniel me persigue. No he tenido ningún encuentro con él, afortunadamente, pero, aun así, me siento acosada, observada y para nada segura.

¿Cuándo piensa dejarme en paz? ¿Nunca?

Volteo hacia todos lados mientras avanzo por las transitadas calles de la ciudad y no puedo evitar que mi paranoia me haga una mala jugada. Sí, Daniel me hace sentir vigilada, pero ¿eso tendrá algo que ver con que todo el mundo voltee a verme?

No. Hay algo más aquí.

Llego a la esquina y al estar esperando que el semáforo cambie de color para cruzar la avenida, me doy cuenta de la verdadera razón por la cual parezco el mejor objetivo para los curiosos. En un promocional, de al menos dos metros, se encuentra la foto de mi rostro. Sin filtros. Sin retoques. Solo yo, exponiendo una mirada cautivadora que incluso me sorprende.

¿Así luzco en realidad?

La imagen es más grande de lo que me gustaría y sobre ella se encuentran las imponentes letras de Luxe Magazine. Isabel seguramente mencionó la fecha de lanzamiento de la nueva edición, aunque no lo recuerdo, pero, parece ser, que el día ha llegado.

Aseguro un poco más mi abrigo, en un vano intento por ocultarme, pero las miradas aún me siguen y siento que no puedo rehuirles, no hasta que entro a las instalaciones de la revista.

Por fin.

Aunque el ambiente no es tan diferente al exterior. A diferencia de otros días, escucho una mayor cantidad de saludos, algunos bastante amables, y sé que se debe a mi aparición en la portada. Maldita sea. Me gusta ser invisible y no un foco de atención que el mundo ha notado de pronto.

—Pero si es nuestra nueva celebridad —se burla Elena cuando llego al sitio donde ella también espera el ascensor—. Dime, ¿qué se siente ser algo más que un cero a la izquierda para la revista?

—Déjame en paz —decido ignorarla.

Sin embargo, sus ojos se fijan en mí y su vibra me hace pensar que no desea desistir de molestarme. Como siempre.

—¿La modelo ya no quiere hablar con subordinados? —insiste.

—No tengo ganas de escucharte, eso es todo.

Me giro levemente, no queriendo darle la espalada pero sí evitando ver su rostro.

—Te advierto que tu grandiosa felicidad te puede durar muy poco —amenaza.

—¿Qué ganas con molestarme? —menciono una vez que llega el elevador y subimos ambas en él.

El ambiente de por sí es cerrado y siento que me asfixio con su presencia tóxica a mi lado.

—¿Y tú? —pregunta molesta— ¿Qué ganas al jugar a ser la consentida de la jefa?

—No lo soy.

—Eres su nuevo juguete —menciona burlona—. Ahorita eres la portada, pero cuando se pase la emoción, serás una simple secretaria más en esta empresa.

—¿Es lo que te ocurrió a ti? —la reto— ¿O es que nunca conseguiste llegar más allá y por eso me odias?

Su rostro se enfurece al instante y agradezco que el timbre del elevador interrumpa cualquier cosa que está por decirme, así que salgo a toda prisa y la dejo luchando contra su ira.

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