Un zumbido constante dentro de mi cabeza me obliga a desear tener una pesada roca sobre mí. Abro los ojos lentamente y el malestar únicamente se incrementa en el momento en que la luz del sol aparece ante mis ojos.
¿Qué es esto?
Cierro los ojos con fuerza, nuevamente, y tiro del edredón para cubrir mi rostro, hasta que un aroma a perfume me invade y descubro que, ésta no es mi cama.
¡¿Qué?!
Me quito el edredón de encima, pero descubro que únicamente estoy usando sostén y me asusto, volviéndome a cubrir hasta el cuello, para después observar todo a mi alrededor, detalladamente.
Estoy en una habitación de hotel, pero no en uno de paso, sino en uno de lujo. Mi ropa se encuentra doblada, dentro de una bolsa transparente, y sobre una silla a un costado de la cama, pero ¿cómo es que llegué hasta aquí?
Giro mi cabeza hacia el otro lado y hay un sofá en el rincón de la habitación, donde está Isabel, echa un ovillo dentro de una ligera sábana, durmiendo tranquilamente.
—¿Isabel? —intento preguntar, pero siento mi garganta como si fuera un desierto; sin embargo, el ligero sonido que emito hace que ella despierte de golpe y se ponga de pie con un ligero salto.
—Mónica, ¿estás bien? —pregunta preocupada, acercándose hacia la cama.
—¿Qué ocurrió? —cuestiono aún con la voz ronca.
Isabel se da cuenta y me acerca un vaso con agua, que retira de una pequeña charola que se encuentra en la mesita frente a la ventana. Bebo el contenido de inmediato y descubro que soy una esponja humana.
—¿Cómo te sientes?
—Extraña —respondo con honestidad—. No entiendo qué hago aquí, y en estas condiciones —menciono refiriéndome a la situación en general.
Isabel toma asiento en la esquina de la cama, con cuidado y tratando de no invadir mi espacio. Es entonces cuando me doy cuenta de que está diferente. No tiene una sola gota de maquillaje en su rostro, su cabello se encuentra recogido, aunque despeinado, y su ropa es un conjunto deportivo de unos pantalones de yoga y una camiseta ligeramente amplia.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —pregunta con preocupación.
Mi mente me lleva de vuelta a la fiesta y los últimos minutos se vuelven confusos.
—Recuerdo que estaba con Benjamín y Elena —menciono mientras intento concentrarme—. El mesero se acercó y nos ofreció algo de beber. Quería ir al baño, porque tenía calor y...
—¿Y? —trata de hacerme continuar.
—Nada —resoplo—. No hay nada en mi cerebro después de eso.
—Te vi pasar hacia el baño —comienza a explicar con tranquilidad— y parecías desorientada; entonces decidí seguirte, para cerciorarme que estuvieras bien.
—¿Tú me trajiste aquí? —pregunto, a pesar de ser bastante obvia la respuesta, e Isabel asiente antes de continuar.
—Al llegar al baño, te desvaneciste y alcancé a sujetarte —su explicación me convence, pero no logro recordar nada—. No reaccionabas y no quería montar un espectáculo ahí, así que te traje aquí.
—¿Un espectáculo? —me burlo— No estaba borracha Isabel. No bebí una sola gota de alcohol —le aseguro—. Lo juro.
—Tranquila —pide ante mi reacción—. Sé que no lo hiciste —menciona convencida—. Lo vi —explica—; te estuve observando durante toda la noche.
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Relámpago
ChickLit"El amor es como un relámpago: se desconoce dónde caerá, hasta que cae." -Henry Lacordaire. - Parte 1: Relámpago [Terminada]. - Parte 2: Tormenta [En proceso].